Por Roc Solà (@Roc_Sola)
El 22 de enero de 1891 nace en Ales, Cagliari, en la isla de Cerdeña, Antonio Gramsci, cuarto de siete hijos. Durante su infancia iba a tener lugar, concretamente en los años de la escuela de Nuoro, un accidente que le supondría una deformación de la columna vertebral. En 1903 termina la escuela primaria con la nota máxima y ya entraría en contacto con la fundación de la Liga de los Mineros de Bugerru y también con algunos funcionarios de Estado socialistas. En esos años iba a haber una huelga general en Cerdeña con violencia policial contra los mineros de Bugerru. Podemos aseverar que estos hechos tuvieron en el joven Antonio Gramsci un efecto concienciador, de hecho, sería entonces cuando iba a empezar a leer la prensa socialista. El aislamiento sardo haría que su hermano, Gennaro, le enviaría el Avanti! desde Turín.
El paso de la lectura a la escritura sería en 1910 cuando publicaría, en L’Unione Sarda, su primer artículo titulado Oprimidos y opresores. Cabe también destacar que Gramsci no dejaría de formarse y, en esos tiempos, haría sus primeras lecturas de Marx. Es su último año de liceo y para el curso siguiente iba a matricularse en la Facultad de Letras de la Universidad de Turín. Allí compartiría piso con Angelo Tasca, dirigente del movimiento juvenil socialista. Por aquel entonces, como testimonia Palmiro Togliatti (a quien conocería en la primavera de 1912 en un seminario de derecho romano), “su estado de ánimo era no solo orgullosamente sardo, sino también, yo diría sardista”[1] Partía para Turín sin olvidar que se iba de Cerdeña, con todo lo que eso comportaba.
Una vez allí, en octubre de 1914, con 23 años, escribe su artículo sobre su posición respecto a la guerra, Neutralidad activa y operante[2]. Sin embargo, en mayo de 1915 se produce la entrada de Italia en la Primera Guerra Mundial. A continuación, los hechos iban a sucederse. Entre septiembre y octubre de 1917, se iban a producir tanto la Revolución Rusa como el encarcelamiento de casi todos los dirigentes socialistas de Turín. Gramsci sería hecho secretario de la Comisión Ejecutiva provisional local del Psi. Seguidamente, en noviembre de 1917, participaría en la reunión clandestina en Florencia de la “fracción intransigente revolucionaria” del PSI. También estarían allí Giacinto Menotti Serrati, Nicola Bombacci y Amadeo Bordiga. Con la ola de la Revolución Rusa, a principios de 1918 escribe el artículo Revolución contra el Capital, donde dice que la Revolución Rusa se ha hecho contra las previsiones de los marxistas. Su convicción de que “toda revolución ha sido precedida de una intensa labor crítica, de penetración cultural”[3] era ya clara. Los hechos que habían de seguir iban a tener una relación estrechísima con en esta convicción, ya que “El hecho que se proponía alcanzar el joven redactor entonces de Il Grido y del Avanti! era irradiar una cultura sin la cual el proletariado no podía tomar nunca conciencia de su función histórica”.[4] En la primera mitad del 1919, iban a ser asesinados Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht en Berlín; se fundaría la revista L’Ordine Nuovo así como la Internacional Comunista y los fasci di combattimento. En junio de 1919, Gramsci, pensando en la experiencia rusa, esta vez en los soviets, en un artículo titulado Democracia obrera, pone el problema de las comisiones internas de las fábricas como “centros de vida proletaria” y futuros “órganos del poder obrero”.
Un mes después, dentro de una ola revolucionaria que llegaba desde Moscú, Gramsci sería aprisionado por primera vez. L’Ordine Nuovo publicaba el programa de la fracción comunista del Partido Socialista Italiano (Psi). Empezaba a delinearse una diferenciación en el campo de la izquierda, que se haría también visible en abril de 1920, ya que se da una huelga en Turín, “lo sciopero delle lancette”, que la revista la apoya, pero que ni la CGIL ni el grupo dirigente del PSI lo hacen.
Pero la crisis interna del Psi iba mucho más allá; no se trataba solo de que las diversas tendencias, la reformista, la maximalista y la comunista, fuesen irreconciliables en el terreno práctico. También faltaba cohesión entre los grupos comunistas (Il Soviet de Bordiga y L’Ordine Nuovo); y dentro del grupo propio grupo “ordinovista”, por un lado, empezaba a hacerse evidente la ruptura con Tasca y, por el otro, las posiciones de Gramsci empezaban a diferenciarse de las de Terracini y Togliatti, hasta el alejamiento total.[5]
Así pues, en diciembre de 1920, l’Ordine Nuovo se convierte en el diario órgano de los comunistas de Turín. Gramsci es su director. La división se haría definitiva en lo que se llama la escisión de Livorno que daría lugar a la creación del Partido Comunista de Italia (PCd’I). Aun con estos hechos, Gramsci continuaría convencido de que “toda revolución ha sido precedida de una intensa labor crítica, de penetración cultural” y ese mismo mes, escribiría un artículo, titulado Caporetto y Vittorio Veneto[6], donde analizaba el fascismo.
En mayo de 1922, partiría hacia Moscú como representante del Partido Comunista de Italia en el ejecutivo de la Internacional. Sería también cuando conocería a Julia Schucht, su futura compañera sentimental. En esos años cruciales, desde la marcha sobre Roma, en octubre de ese mismo año, hasta las detenciones de gente como Bordiga o Serrati, se produjo una gran preocupación entre los responsables de la Internacional con respecto a la situación en Italia. “El PCI disgregado por la ola de detenciones estaba reducido al inmovilismo por el espíritu sectario de muchos de sus dirigentes y caído en pleno marasmo”[7]. A ojos de la Internacional, Gramsci era a los treinta y dos años el líder del partido italiano. En noviembre de 1923, se marcharía para Viena. Desde allí se vería obligado a lidiar con iniciativas de ruptura con la Internacional, venidas desde Italia y concretamente de Bordiga, y pensar en cómo formar un nuevo grupo dirigente dispuesto a aplicar con lealtad las nuevas directivas de la Internacional. Desde allí, en una carta a Julia Schucht, ya mencionaría su preocupación por la represión fascista escribiendo que “el gobierno fascista ha suprimido todos nuestros periódicos legales. Se hace sentir más urgentemente la necesidad de tener en el exterior un centro periodístico que funcione a eficacia plena”.[8]
En las elecciones del 6 de abril, Gramsci salió elegido diputado y gracias a la inmunidad parlamentaria podía entonces volver a Italia. En aquel momento, al volver, pudo ver la composición de fuerzas real dentro del partido. Se dio cuenta de que le faltaba mucho para la conquista efectiva de la formación, internacionalista en su vértice y bordiguiano al nivel de cuadros intermedios.
En los siguientes meses, la situación se erizó. El clima de tensión, a base de apaleamientos, asesinatos, asaltos de periódicos y saqueos de las casas de los opositores al fascismo, hicieron que la represión volviera a ser durísima. Estalló también el caso Matteotti.[9] Gramsci no gozaba ya de la libertad de movimientos de los meses anteriores y, aun con una cierta ilusión de que entre el fascismo y el grupo de oposición, entre el 3 y 6 de enero de 1925, se clausuraron noventa y cinco círculos y centros políticamente sospechosos, y se disolvieron veinticinco organizaciones “subversivas”.[10]
En febrero de 1925 salió para Moscú puesto que estaba convocada una reunión del ejecutivo ampliado de la Internacional. En abril ya estaba de vuelta en Italia donde se estaba proponiendo, por parte del Gobierno de Mussolini, una ley para “disciplinar la actividad de las asociaciones, entes e institutos y la pertenencia a estos de los empleados públicos”.[11] A esta situación, se le debe sumar la pugna con Bordiga alrededor de la estrategia que debía seguir el partido pues, para Gramsci, había que pensar en aquel momento en la organización política y no en la conquista del poder por la vía insurreccional. Para cuando llegara enero de 1926, Gramsci se habría ido clandestinamente a Lyon al III al congreso del PCd’I. Allí el grupo de Turín asumió el control total del partido, derrotando así a la fracción de Bordiga. La necesidad de organización política había prevalecido por encima de la vía insurreccional.[12] Pero la reacción había de hacerse más severa en noviembre del mismo año, después de las “medidas” tomada por el régimen fascista, Gramsci y otros diputados comunistas serían aprisionados en Roma. Posteriormente pasaría al confinamiento de policía, en Ustica, y después a la prisión de Milán.
Sería en mayo de 1927 cuando comenzaría el juicio, en el tribunal especial de Roma, contra el grupo dirigente del PCd’I. Con referencia a Gramsci, el fiscal general del Estado diría:” tenemos que impedir que este cerebro funcione por veinte años”. Y así, Gramsci sería condenado a 20 años, 4 meses y 5 días de prisión; los primeros dos años sin poder trabajar hasta 1929, que obtendría finalmente el permiso para trabajar. Sería entonces cuando empezaría el primer cuaderno de la cárcel. Asimismo, ese año, le comunicaría a su cuñada, Tatiana Schucht, su proyecto de estudio: historificar los movimientos culturales del pasado; someter a crítica la filosofía de Benedetto Croce[13]; y combatir las degeneraciones economicistas, mecanicistas y fatalistas del marxismo.[14]
El 27 de abril de 1937, a las 4:10, Gramsci, con 47 años, muere después de haber obtenido la libertad condicional debido a su deterioro físico. Es enterrado en el cementerio de los ingleses de Roma.
[1] FIORI, Giuseppe, Vita di Antonio Gramsci…, p. 96.
[3] Ibid., p. 130.
[4] Ibid., p. 130.
[5] Ibid., p. 164.
[6] GRAMSCI, Antonio, Quaderno 19 Risorgimento italiano, Giulio Einaudi editore, Turín, 1975, p. 46
[7] FIORI, Giuseppe, Vita di Antonio Gramsci…, p. 96.
[8] Antonio Gramsci. Antología. Selección, traducción y notas de Manuel Sacristán, Akal, Madrid, 2013, p. 122.
[9] Matteotti era uno de los más destacados dirigentes socialistas del momento. Un grupo de fascistas lo raptó y al cabo de unos días apareció asesinado. El delito provocó una gran conmoción pública en toda Italia.
[10] FIORI, Giuseppe, Vita di Antonio Gramsci…, p. 237.
[11] Ibid., p. 241.
[12] Ibid., p. 256.
[13] Gramsci considerará a Benedetto Croce el gran teórico de la Welttanschauung democrático-burguesa. Le atribuye el mérito de haber llamado enérgicamente la atención sobre la importancia del momento ético-político en el desarrollo de la historia. Gramsci definiría a Croce como el líder nacional de la cultura liberal democrática. Relaciona el historicismo crociano con una forma de moderantismo político que es en realidad reformismo. Dice de él también que ha sido el dirigente de los movimientos culturales que nacían para renovar las viejas formas políticas; su liderazgo.
[14] Ibid., p. 302.