1. ALGO SE MUEVE

Las diferentes encuestas que fueron apareciendo durante el período previo al inicio (oficial) de la campaña nos mostraban un escenario bastante estable en términos generales, aunque se observaban algunos elementos que indicaban que podía existir cierto movimiento.

Estos movimientos eran perceptibles en las matrices de trasvase de voto que nos ofrecieron tanto el CEO como El Español, y que mostraban coincidencias importantes al respecto de los espacios dónde se está desarrollando la batalla electoral. Se detectaban distintos espacios de frontera donde se podían prever posibilidades de movilidad de electores.

En primer lugar, según los datos, se observaba un espacio de competencia entre la CUP y ERC conformado principalmente por aquellos electores que votaron a la CUP en 2015 pero que ahora muestran cierta intención de votar a ERC. Este espacio se decantaba claramente del lado de ERC durante esta última legislatura, pero parece que en los últimos meses esta bolsa de votantes está basculando otra vez hacia la CUP. También se observaba cierto movimiento entre PSC y C’s. Este espacio parecía inclinarse por el PSC a raíz del acuerdo entre C’s y PP a nivel estatal. Este trasvase, de hacerse realidad, es el que permitiría a los socialistas incrementar su representación. Esta posible fuga de votos hacia el PSC, Ciudadanos la remediaría con la atracción de votantes que se encuentran en su frontera con el PP, de hecho, ahí sigue encontrando su mayor fuente de nuevos votantes. Otra frontera es la que se advertía entre los comunes y el independentismo, que se perfilaba como el espacio esencial en estas elecciones, ya que, del comportamiento de estos votantes depende situar (o no) al bloque indepe más cerca de su objetivo de lograr el 50% de los votos. Los sondeos no mostraban una dirección nítida en esta frontera, y muy probablemente el movimiento final se decida en función de elementos coyunturales. Además, se percibía la importancia del movimiento que se pueda producir en la frontera entre CeC-P y la CUP, aunque hay menos electores. De hecho, se observaba cierta ganancia para los comunes, que parecía coincidir con el “retorno” de parte del voto que recibió la CUP en 2015. En este sentido, la posición que muestren los de Domènech durante la campaña electoral podría hacer que ganen parte de este electorado, o en caso contrario, ayuden a la CUP a mejorar sus resultados. CeC-P también compite en otra frontera con la lista comandada por Iceta. En 2015 el PSC supo aguantar bien esta línea y los datos de las encuestas parecían indicar que lo seguirán haciendo (o incluso harían retroceder a Catalunya en Comú). Otro dato relevante que se observaba era que existía una bolsa de indecisos importante (aproximadamente 125.000 electores) que provenían de JxSí, y que se pueden situar en el “centro catalanista”. Este es el único grupo que parecía ser susceptible de abandonar el voto independentista en el supuesto de que existiese una opción cercana (parece que el fichaje de Espadaler y Units per Avançar por el PSC tiene la intención de ganar este espacio). Cerca de esta frontera se vislumbraba otra con bastante importancia (aproximadamente de 100.000 electores), que se ubicaba entre los votantes de C’s y los del PSC, y que se componía por votantes de C’s del 27S que en ese momento se mostrarían indecisos acerca de su voto en diciembre.

Lo que se observaba pues, era que el PDeCAT no estaba presente de forma significativa en ningún espacio de competencia, por lo que sus posibilidades de modificar, al alza o a la baja, sus resultados parecían remotas. En cambio, ERC, tenía espacios “en movimiento” con la CUP y con CeC-P. Por su parte, los comunes, tenían abierto el espacio con el PSC. Para los socialistas, a pesar de su posición aparentemente confortable, también existen riesgos, puesto que compiten con los comunes y con los de Inés Arrimadas. Estos, a su vez, seguían manteniendo abiertas sus fronteras con el PSC y el PP. Pero parecía que la mayor incógnita posiblemente era cuál va a ser el comportamiento de los grandes espacios moderados que hoy se muestran indecisos y que en 2015 optaron por JxSí y C’s. A un mes y medio de las elecciones, la decantación de estos espacios ya era un interrogante que probablemente no podamos resolver hasta el día de las elecciones. [1]

 

  1. EL CIS Y EL INICIO DE LA CAMPAÑA

Ahora, si echamos una mirada atenta a la encuesta preelectoral del CIS, vemos que empieza el tráfico con los electores en movimiento que ya aparecían en los sondeos previos.

Se confirma la tendencia a la baja del voto independentista. Por otro lado, acredita la pujanza de Ciudadanos, beneficiado por la sangría del PP y la movilización de un votante no independentista que no acudió a las urnas el 27 de septiembre de 2015.

Algo que no se había percibido es que JxCat (que no aparecía en las encuestas valoradas en la primera parte) no es el elemento débil de la antigua coalición JxSi. Su capacidad para competir es considerablemente mayor de lo que se podía esperar, y eso es una mala noticia para ERC, que parecían muy bien situados para capitalizar los votos del espacio independentista.

En la otra orilla, el PSC crece, en la encuesta del CIS porque se beneficia de una cantidad significativa de votos que proceden de CeC-P y la enérgica entrada de antiguos abstencionistas. Así pues, el suceso más destacado para el PSC es que (de momento) la orientación “catalanista” de su campaña no le está haciendo perder apoyos “constitucionalistas”. Por otra parte, según el indicador de voto probable del CIS, el PP perdería más de la mitad de sus votos de 2015 a favor de Ciudadanos. Esto se traduciría en una bajada de 11 a 7 escaños, lo cual, convertiría al PP en el partido parlamentario más marginal de Cataluña (por detrás de la CUP) profundizando en la desconexión entre el PP y el electorado catalán. Eso nos llevaría a una situación en la que el partido de gobierno cada vez pinta menos en Cataluña, electoralmente, lo que los puede llevar a estar tentados de ignorar por completo las reacciones del electorado catalán (aunque tampoco parece que eso haya afectado mucho a sus planes últimamente).

Por lo que respecta a C’s, la encuesta retrata su ascenso, que parece entrar claramente en la lucha para la primera posición en votos y, además, fregaría la mayoría simple en escaños. Parece muy difícil que las dos semanas de campaña le puedan acarrear a Ciudadanos esos escaños que le faltan. Porque es complejo que pueda exprimir más la movilización de los abstencionistas, por lo que su capacidad de crecimiento natural solo puede producirse ya a costa de partidos que forman parte de su mismo bloque. De hecho, la única esperanza para los de Arrimadas en esta frontera podría ser el crecimiento del PSC a costa de los comunes.

Al igual que antes del inicio de la campaña, ahora que la campaña electoral acaba de empezar, se observa que quedan bastantes indecisos para convencer. Según el CIS, 29,1% de los votantes se declaran indecisos (una cifra similar a la de la anterior convocatoria electoral), pero los que dicen que “no saben” que van a votar son el 16,5%, 3,4 puntos menos que en la campaña de septiembre de 2015. También se percibe que la indecisión es mayor entre los que fueron votantes del PSC y CeC-P que entre los que fueron votantes de los partidos que ocupan los polos.

Si atendemos al indicador de probabilidad de votar a los distintos partidos que ofrece el CIS, la mayor amenaza para el PSC es Ciudadanos, en este sentido, el 23,4% de antiguos votantes socialistas declaran que votarían a Ciudadanos con una probabilidad de 7-10 (en una escala donde 0 significaría que no lo votaría nunca, y 10 que lo votaría seguro). Pero a su vez, un 41,8% de votantes de C’s expresan que la posibilidad de que voten al PSC es 7-10. Por lo tanto, es incierto que Ciudadanos pueda arrancar votos al PSC que el PSC no pueda recuperar por otro lado.

Este otro lado, pueden ser las bases de CeC, ya que, la mayor amenaza que tienen estos es el PSC. Un 33,1% de los antiguos votantes de Catalunya Sí Que Es Pot declaran que votarían al PSC con una probabilidad 7-10 (es una cifra mucho mayor que la de votantes del PSC que votarían CeC: 15,9%).

Así pues, el único flujo importante entre los bloques es el de antiguos votantes de JxSi a CeC. EL 21,7% de los antiguos votantes de JxSí contemplan esa posibilidad con una probabilidad 7-10. Pero el 18,2% de los votantes de CeC también indican que podrían votar a ERC con una probabilidad 7-10. Es dudoso que el balance pueda alterar decisivamente los equilibrios existentes. Aun así, estos datos confirman la condición de “bisagra” que van a desempeñar los de Domènech.[2]

 

3. CONCLUSIONES Y ESCENARIOS POSIBLES

Para finalizar, hemos podido observar claramente que la competición entre ERC y JxCat para hegemonizar el espacio independentista hace difícil la desaceleración del Procés que parecía propugnar ERC y sectores del PDeCAT (de puertas para adentro), en parte, porque Puigdemont se está resistiendo a asumir esta tesis. Por lo tanto, vemos que algunas cosas si se han movido desde finales de octubre y principios de noviembre. Principalmente, este retroceso de ERC, en favor de la lista de Carles Puigdemont; hace un mes ERC se quedaba con tres de cada cuatro votantes de Junts pel Sí, pero ahora ERC y Junts per Catalunya se los reparten casi a la par. De ahí se deduce que se va a recrudecer el conflicto entre las dos listas para liderar el bloque independentista. Así pues, para el bloque independentista el horizonte que se vislumbra es el siguiente: la suma independentista —ERC, JxCat y CUP— ronda los 67 escaños y se queda uno por debajo de la mayoría. En realidad, es una distancia mínima, que significa que los independentistas tienen un 50% de probabilidades de revalidar su (precoz) mayoría. Veremos cómo se desarrolla la batalla electoral en este bloque.

Otro horizonte destacable que nos plantea el CIS es que se igualan los sufragios entre los bloques. Es decir, en 2015 la suma de JxSí y la CUP (48%) obtuvo 9 puntos más que C’s, PSC y PP (39%). Ahora, en cambio, parece que la distancia entre ambos bloques podría cerrarse y los dos estarían alrededor del 44% o 45% de los votos. ¿Pero cómo y porque se produciría ese cambio? La razón no está relacionada únicamente con los trasvases, ya que, muy pocas personas que en 2015 votaron por un bloque lo harán ahora por el bloque opuesto. Por lo tanto, obviamente, la razón principal es la participación.

De hecho, los pocos votantes que sí se mueven entre los dos bloques son los de CSQEP/CeC-P, aunque esas fugas probablemente no serán decisivas. Estas fugas, se producen en dos direcciones y no cambian el equilibrio entre bloques. Un 0,8% del censo catalán son personas que votaron a CSQEP y ahora votarán independentista. Pero hay también un 1,1% que les votó y ahora elegirá un partido del otro bloque (presumiblemente el PSC). Los comunes parece que perderán votantes, aunque personalmente tengo dudas de que la cifra sea tan elevada como sugieren las encuestas, ya que tienen un votante volátil que fácilmente puede “volver” gracias a elementos circunstanciales de la campaña electoral.

Por lo que respecta al bloque “constitucionalista”, a pesar del ascenso del partido naranja, es muy dudoso que Arrimadas sea capaz de encontrar aliados para formar un gobierno liderado por ella. El sostén del PP solo le permite obtener 39 escaños (que son el 29% de diputados), que pueden ser fácilmente despojados de esa posibilidad por el veto de los independentistas en la investidura y durante la legislatura. En cambio, si C’s buscase también el respaldo del PSC llegaría en el mejor de los casos a 60 escaños, aún demasiado lejos de la mayoría absoluta, que está en 68 escaños. En este supuesto, necesitarían el apoyo de los diputados de Catalunya en Comú para gobernar, una combinación que está bastante claro que es imposible (pese a que tanto Rivera como Arrimadas están empezando a reclamar este apoyo si son la lista más votada).

Cabe destacar que el PP mitigaría su caída debido a una pequeña oleada de votantes provenientes de la abstención. En este sentido también, los datos del CIS demuestran que los votantes “constitucionalistas” se han movilizado. Mientras que en 2015 el 14% de los votantes de Ciudadanos no estaba seguro de ir a votar —y todavía más dudas tenían los de PP (25%) y PSC (35%)—, el 90% de los votantes de JxSi y la CUP sí que estaba seguro de ir. Actualmente, estas cifras se han nivelado y los votantes de ambos bloques tienen muy claro que irán a votar. De esto se puede deducir que los partidos no independentistas subirán en sufragios, ya que, entre las personas que no votaron en 2015 y que ahora dicen que votarán, hay el triple de votantes de PP, PSC y Cs que no de ERC, JxCat y la CUP.

En conclusión, pues, pocos votantes cambian su voto entre partidos de diferentes bloques. Por eso serán resolutivas las personas que decidan quedarse en casa o ir a votar (o al menos eso parece). El porcentaje de catalanes que votaron independentista en 2015 y ahora votarán lo contrario es tan solo del 1%. Y, en el sentido contrario, el flujo es igual de pequeño. Por lo tanto, depende de la abstención que los independentistas puedan gobernar solos o que sea imprescindible negociar con otros socios. La razón es fácil de ver: si no hay transferencias de votos entre los partidos a favor y en contra de la independencia, el resultado cambia si un bloque vota de forma masiva. Es decir, estas elecciones pueden decidirlas los movilizados, aquellas personas que no suelen votar y que ahora lo harán. O, dicho de otra forma, los votantes que al final se queden en casa. Un 23% de los catalanes no votó en 2015. En ese grupo hay un 4% de votantes que afirma que actualmente votaría independentista y otro 5% que lo haría a favor de PP, Ciudadanos o PSC. La activación de esos dos grupos es, por tanto, un factor decisivo para el resultado final de las elecciones.

Aun con todo eso, hay que tener muy en cuenta lo que decía Kiko Llaneras el 2 de diciembre en El País: «Creo que muchas encuestadoras están asumiendo en sus cocinas que los independentistas tendrán menos ventaja en cuanto a movilización. Pronostican que habrá nuevos votantes unionistas (que se abstuvieron en 2015) o que algunos independentistas podrían quedarse en casa. Las diferencias no tienen que ser grandes para ser determinantes. Basta mover al 1% o 2% del censo para cambiar las mayorías posibles en el próximo parlamento catalán.»[3]

Una vez afirmado todo esto, es necesario ser cauto. El comportamiento electoral en Cataluña ha presentado en las convocatorias más recientes singularidades que dificultan las estimaciones. En las anteriores elecciones, la estimación del CIS otorgó un escaño menos del que finalmente obtuvieron a JxSi, dos a la CUP, y cinco a Ciudadanos. Por el contrario, sobrestimó, el apoyo de CSQEP (+7) y al Partido Popular (+1).  Es bastante dudoso que estas desviaciones vuelvan a aparecer de la misma forma. Sobre todo, porque algunos de los factores que las produjeron (como la ocultación del voto a Ciudadanos) han “desaparecido”. Pero no pueden descartarse otros posibles sesgos. Todos sabemos que últimamente la competencia entre partidos en Cataluña está sujeta a incesantes transformaciones que obligan a tomarse las estimaciones con enorme cuidado.  La aparición de nuevos partidos y nuevas coaliciones -la cantidad de siglas diferentes que hemos visto en los últimos tiempos es increíble- condena a los modelos de pronóstico de voto a la obsolescencia programada. Lo que está claro pues es que habrá sorpresas. Porque casi tres de cada diez electores declara al CIS que todavía no ha decidido su voto y serán los que decidan las elecciones, ya que los hay en todos los espacios, de hecho, según O. Bartomeus, «nunca antes había habido tanto elector decidido a ir a votar sin tener el voto decidido, según las últimas siete preelectorales del CIS (1999 hasta 2017). Son más de un millón. La gente quiere votar más que nunca, pero no sabe a quién, más que nunca también.»

La segmentación del voto independentista puede hacer ganar a C ‘s en votos, siempre y cuando sus filas se mantengan prietas durante la campaña, lo que no está del todo claro (a pesar de ser el partido con el electorado más fiel). Parece que la volatilidad será lo que más afectará a este 21D y a todos los partidos. Tenemos dos semanas de campaña electoral apasionante por delante, con más de un millón y medio de indecisos todavía por decidirse. No cabe duda de que la campaña será decisiva y la noche electoral será una locura. Dicen que Ferreras y Pastor ya han pedido canguro para varios días.

 

 

 

 

  1. Bartomeus, O. (2017). EL 21D ESTÁ MÁS VIVO DE LO QUE PARECE.Agenda Pública. [ http://agendapublica.elperiodico.com/21d-esta-mas-vivo-lo-parece/ ]
  2. Marí-Klose, P. (2017). NOTA RÁPIDA SOBRE LA ENCUESTA PREELECTORAL DEL CIS EN CATALUÑA.Agenda Pública. [ http://agendapublica.elperiodico.com/nota-rapida-la-encuesta-preelectoral-del-cis-cataluna/ ]
  3. Llaneras, K. (2017). ¿LA CLAVE DEL 21D? ESTOS DATOS DICEN QUE SERÁ LA ABSTENCIÓN.El País. [ https://politica.elpais.com/politica/2017/11/29/ratio/1511983020_224161.html ]