Por Lucas Ezequiel Bruno **

Mauricio Macri necesita de Cristina Fernández de Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner necesita de Mauricio Macri; ambos son sus propias garantías recíprocas de existencia. Fue el propio kirchnerismo quien construyó al PRO como la oposición política deseada y la alteridad constitutiva: eran los empresarios neoliberales, tecnócratas, miembros de Fundaciones y ONG´s, dirigentes del peronismo ortodoxo, entre otros, que fácilmente podían ocupar el lugar de la centro-derecha. Ante la extinción del menemismo, que encarnaba el discurso neoliberal, era el PRO y sus partidos o agrupamientos satélites quienes estaban más disponibles para corporizar dicho discurso [1].

En aproximadamente tres años y medio de gestión de la Alianza Cambiemos en la Argentina -coalición conformada por el PRO, la Unión Cívica Radical y la Coalición Cívica-ARI- si en algo han ganado ha sido en la construcción de hegemonía. Han logrado imponer un sentido y significado de las cosas y de los entes; el Gobierno sigue teniendo la capacidad de poner el mundo en palabras y que la comunidad política argentina creaen su discurso. En función de ello han realizado dos recortes históricos y, en definitiva, han construido dos fronteras políticas: por un lado, la frontera más inmediata que es con el kirchnerismo, es decir el pasado reciente al cual han demonizado y estigmatizado; por otro lado, en relación a los últimos setenta años de historia nacional despreciando todas las experiencias nacionales y populares (y en especial, peronistas). Ambas fronteras políticas han sido efectivas en la construcción del sentido y esta es la gran derrota de la oposición más allá de las pérdidas electorales en los años 2015 o 2017.

El 11 de agosto en nuestro país tenemos los primeros comicios, las PASO (Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias), en donde las ciudadanas y los ciudadanos argentinos votamos los candidatos de cada partido para que participen de la primera vuelta electoral en octubre [2]. La fragmentación, dispersión y atomización de la oposición política queda en evidencia a partir de la proliferación, casi que día a día, de nuevos candidatos a presidente. Sin embargo, al igual que en el 2017, la gran electora de la oposición seguirá siendo Cristina Fernández de Kirchner, la dirigenta que mayor caudal electoral posee pero, en simultáneo, según algunas encuestadoras tiene un techo que le es muy difícil de perforar por lo que en un posible ballotage contra Mauricio Macri estarían prácticamente empatados. El cuello de botella siegue siendo el mismo que para el 2017: con Cristina sola no alcanza, sin Cristina es imposible. ¿Se romperá ese cuello asfixiante de cara a agosto?

Ahora bien, ¿qué sucede en la arena social? Desde que asumió el gobierno de Macri hay dos claros emergentes en la escena pública-social: por un lado, las trabajadoras y trabajadores de la economía popular -obreros que crean su propio trabajo y se organizan a través de cooperativas o emprendimientos productivos – y los feminismos -mucho más visibles desde el año anterior, en el marco de la lucha ante el tratamiento en el Congreso nacional de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo-. Ambos movimientos han dado una pelea cruenta en la calle de resistencia al discurso neoliberal y a las políticas de ajuste del gobierno nacional. Los movimientos sociales tradicionales como las centrales obreras más masivas, entre las negociaciones por sus reivindicaciones particulares y la disputa genérica por un orden más justo han priorizado lo primero y, en consecuencia, han perdido parte de su potencial disruptivo al ser tratados por el sistema político como una diferencia más susceptible de ser administrada y controlada. Sin embargo, frente a las diferentes alternativas electorales, los feminismos y la economía popular, también están ingresando en un proceso de fragmentación y atomización ya que las opciones entre los movimientos populares no son las mismas -algunos optan por el kirchnerismo, otros por alternativas más ligadas a la izquierda y un sector por opciones peronistas moderadas-.

En definitiva, fragmentación por todos lados. El discurso neoliberal tiene la potencia y eficacia, cuando logra ser hegemónico, de reducir cada identificación política a su sola particularidad: así, las trabajadoras y trabajadores sólo discuten sus reivindicaciones gremiales, el movimiento de derechos humanos solo cuestiones relativas a la lucha por la Memoria, la Verdad y la Justicia y los feminismos la agenda de las mujeres y las disidencias. El efecto individualizante del discurso neoliberal permea casi todas las identificaciones políticas-populares. El gran desafío de los movimientos populares es trascender sus reivindicaciones particulares para discutir la generalidad del orden y, de esa manera, cuestionar la injusticia del orden macrista y poder identificar el mismo adversario político: Cambiemos. Los lazos equivalenciales entre las diferentes identificaciones populares están obturados por la hegemonización del discurso neoliberal en la comunidad política argentina; es tarea primordial la construcción de dichos lazos a partir de un enemigo en común.

El segundo gran desafio de la oposición política es hacer emerger un nuevo nombre que tenga la potencia política suficiente para volver a dislocar la comunidad argentina. El nombre que había logrado eso en el período 2003-2015 fue kirchnerismo, constituyéndose como un significante tendencialmente vacío [3] que permitía la construcción de lazos equivalenciales entre los ex piqueteros que habían resistido al discurso neoliberal durante la década de los noventa, los Organismo de Derechos Humanos, ex militantes de la generación de los setenta, una porción del radicalismo, un sector importante del socialismo y la gran mayoría del peronismo. Ante la destrucción del empleo, la devastación de las pequeñas y medianas empresas, la precarización de las condiciones laborales de los trabajadores, el ajuste a los pensionados y jubilados, el achicamiento feroz del Estado en áreas sensibles como Salud, Trabajo, Educación y Ciencia y Tecnología, la inflación galopante y el desquicio de todas las variables macroeconómicas, el único soporte del gobierno de Cambiemos es la demonización del pasado kirchnerista lo cual ha logrado impactar en el registro simbólico e imaginario de gran parte de la comunidad argentina por lo que el nombre kirchnerismo, en tanto significante que permita la inscripción de las variadas demandas que se oponen a Cambiemos, es impotente, carece de la vacuidad necesaria para poder generar un nuevo Pueblo anti-macrista; en parte, podríamos decir, que el nombre kirchnerismo está sobresaturado de sentidos y significaciones.

¿Esto implica que Cristina Fernández no tenga que ser parte de un gran frente opositor? Bajo ningún punto de vista. Lo que esto significa es que tiene que emerger un nuevo mito constitutivo de futuro y esperanza para todo el pueblo argentino que recupere y resignifique al kirchnerismo, al peronismo, al socialismo, a los movimientos populares y a todas las tradiciones políticos y sociales que se opongan al discurso neoliberal; más allá de los resultados que arrojan las encuestadoras de opinión, el problema de nuestro país no es massmediático o de opinión pública, sino que es estrictamente político: si la oposición no hace emerger un nuevo nombre que genere los lazos equivalenciales necesarios y restituya a la comunidad política el mito de un futuro mejor y promisorio, que movilice lo afectivo y que pueda barrar nuevamente a la comunidad política argentina en torno al discurso neoliberal -y no en torno al kirchnerismo-, difícilmente Macri sea derrotado en las próximas elecciones de éste año. En definitiva, necesitamos la emergencia de un nuevo Pueblo en donde su exterioridad constitutiva no sea el kirchnerismo sino Cambiemos y el discurso neoliberal.

Bibliografía

Laclau, E. (2013) La razón populista.Buenos Aires, Argentina: Fondo de Cultura Económica.

[1]Tanto el partido de Mauricio Macri como el kirchnerismo son claros emergentes de la crisis política, institucional, económica y cultural de diciembre del año 2001 en la Argentina: uno por centro-derecha (el PRO) con anclaje en las empresas y organizaciones del tercer sector y otro por centro-izquierda (el kirchnerismo) con anclaje en los movimientos sociales, ex militantes de la generación de los setenta y sectores del peronismo.

[2]La mayoría de las elecciones en las jurisdicciones provinciales donde se elige Gobernador son bastante antes de la fecha de las presidenciales y, hasta ahora, hay una clara señal del espacio que conduce Cristina Kirchner de alinear las fuerzas locales del kirchnerismo con los líderes del Partido Justicialista que pueden mantener o recuperar la gobernación, que, en muchos casos hasta hace poco tiempo, estaban enfrentados.

[3]El discurso kirchnerista tuvo diferentes etapas de radicalización de sus elementos populistas: en un primer momento para las elecciones legislativas del año 2005, en la campaña electoral de Cristina Fernández de Kirchner contra Hilda “Chiche” Duhalde (esposa del ex Presidente Eduardo Duhalde, caudillo del PJ bonaerense) y, en un segundo momento, a partir de principios del año 2008 hasta el fines del año 2010 ante la muerte de Kirchner y se manifestó en diferentes acontecimientos: con la asunción por parte de Néstor Kirchner de la presidencia del Partido Justicialista para principios del año 2008; la Resolución 125 en marzo del 2008 que imponía retenciones móviles a las agroexportaciones, la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisuales del 2009 que intentaba desmonopolizar los medios de comunicación y la Ley de Matrimonio Igualitario del año 2010 que posibilitaba el matrimonio entre personas del mismo sexo.

 

**Abogado por la Universidad Nacional de Córdoba – Argentina (UNC). Becario del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Doctorando en Ciencia Política en el Centro de Estudios Avanzados de la UNC -en proceso de escritura de tesis: análisis del proceso del kirchnerista (años 2003 a 2015) desde la perspectiva de la teoría política del discurso-.  Docente adscripto en la UNC sobre Teoría Política. Responsable Provincial de la JP Evita Córdoba