Por Ariadna Félix
“¿Por qué la historia decide olvidarnos?”. Es una realidad que en nuestro día a día todas las mujeres señalamos a la Academia nuestra invisibilización y aparente olvido. Olvido que se traduce en revoluciones, guerras y luchas por los derechos sin mención alguna a las mujeres. Parece ser, tal y como señala la inexistente bibliografía académica femenina utilizada, que nosotras nunca decidimos alzarnos. Sin embargo, cuesta asumir que una gran parte de los derechos sociales hayan podido ser adquiridos por la mitad de la población sin que las mujeres hayamos tomado partido. La conquista de los derechos actuales jamás habría sido posible sin la participación política de las mujeres: es inimaginable creer que los derechos de una amplia mayoría de la población fueron conquistados por una minoría masculina. La Revolución francesa, fue, de hecho, una de esas grandes revoluciones históricas en las que las mujeres marcamos un antes y después.
Como bien explica Sandra Barba en su artículo Feminismo explícito: La Revolución francesa como ejemplo, las mujeres participaron de forma muy activa en la Revolución francesa, e incluso se puede decir, en cierta manera, que fueron ellas las primeras en iniciarla cuando el 5 de octubre de 1789 siete mil mujeres armadas emprendieron una marcha hacia Versalles para exigir al rey la firma de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, entre otras reclamaciones, como el abastecimiento de pan a la población (Barba, 2016).
Más allá de demandar pan, la Revolución francesa dio a la mujer la oportunidad de sacudirse de encima la vieja y arcaica imagen de mujer florero y ama de casa: se trataba de mujeres politizadas, mujeres que no dudaron en comprender que la adquisición de derechos puramente republicanos y liberales también debía incluirlas a ellas. No solo organizaron motines, alzamientos y protestas, sino que en las propias asambleas primarias reclamaron su toma en consideración como ciudadanas de a pie, llegando a ocupar la Asamblea Legislativa y reclamando demandas igualitarias como la posibilidad de que las mujeres pudiesen ocupar cargos públicos (como militares, legisladoras y magistradas) y el derecho a levantarse en armas, todo ello a través de la Sociedad de Mujeres, fundada por Pauline León y Camile Lacombe.
Florence Gauthier (2006; 2014), por su parte, en sus artículos Olympe de Gouges: ¿historia o mistificación? y Feminismo académico de clase media y Revolución francesa: Zéromacho corrige la Declaración de derechos 1789, hace hincapié en la participación de las mujeres como sujetos activos políticos en las asambleas primarias del Tercer Estado en 1875 a través del voto y la participación en las elecciones como cabezas de familia.
A pesar de todo lo anteriormente comentado, la corriente más aristócrata, rica y pro-monárquica consiguió en junio de 1795, mediante un golpe de Estado Parlamentario ejecutado por la Convención termidoriana, imponer una nueva Constitución (sustituyendo la de 1793) que, en palabras de Gauthier (2014): “establecía una nueva forma de aristocracia de los ricos, excluyendo a los pobres, campesinos, obreros y artesanos”. Obviamente, esta nueva constitución también tuvo como consecuencia la prohibición del voto femenino, exclusión que se mantuvo desde 1795 hasta 1946.
¿Podemos, por ello, asegurar que la Revolución francesa nos trajo mayor reconocimiento y adquisición real de derechos? Sandra Barba nos dirá que la Revolución francesa
contribuyó a la división de lo público y lo privado en términos de género: las mujeres debían contentarse con alimentar y cuidar a los ciudadanos. La virtud republicana era masculina y la fraternidad solo era hermandad entre hombres –de ahí que la sororidad, otra de esas odiosas palabras feministas, cobre relevancia por su sentido político e histórico (Barba, 2016).
Yo, sin embargo, me voy a permitir el privilegio de discernir de la autora, aportando mis propios matices y opiniones personales al respecto. Creo que, a pesar de que el voto femenino les acabó siendo arrebatado, la esencia de la Revolución francesa no se puede resumir en la Constitución de 1975. La Revolución francesa fue un momento en que, por primera vez en mucho tiempo, hubo un estallido de reclamaciones sociales de una mayoría popular que durante mucho tiempo se había visto sometida a los privilegios de unos pocos. Fue un momento en el que los hombres comprendieron que para la conquista de estos derechos, las mujeres tenían que tomar partido en las calles y asambleas. Tener voz propia y las armas preparadas para la toma de la Bastilla. La Revolución resultó, pues, ser un movimiento revolucionario interseccional en el momento en el que en la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano se interpeló a los esclavos a través de la voluntad de los hombres de nacer y permanecer libres e iguales en derechos [art.1]. Debemos, por tanto, ser conscientes que esta revolución dio la oportunidad a muchos sectores y estratos sociales de hacerse oír y de que su voz, su presencia y su participación quedaron inmortalizadas en los documentos que a día hoy nos permiten saber de su existencia.
Pero si algo tenemos que agradecer las mujeres a la Revolución francesa es el poder decir que estuvimos ahí. El que a día de hoy podamos reclamar nuestra parte del pastel en la formulación de esos ideales que hoy conforman el lema de liberté, égalité, fratenité. La participación de las mujeres en la Revolución francesa permitió, a su vez, que hoy las mujeres podamos unirnos a diferentes y múltiples convocatorias por los derechos de todas y todos, porque si las mujeres fuimos capaces de unirnos en masa, ¿por qué no íbamos a hacerlo de nuevo? Por tanto, la Revolución francesa nos dio y nos da, actualmente, la oportunidad de decir y señalar que nosotros fuimos sujeto político y que si pudimos liderar una revolución de tales dimensiones, nadie debe dudar que en la lucha por la igualdad seremos capaces entre todas y todos de hacer algo más grande. Tal y como explica Álvaro García Linera, las revoluciones venideras
no podrán ni deberán ser una repetición de lo acontecido hace un siglo atrás; tendrán que ser mejores que ella, avanzar mucho más que ella y superar los límites que ella engendró, precisamente porque fracasó y, al hacerlo, nos dio a las siguientes generaciones las herramientas intelectuales y prácticas para no volver a fracasar, o, al menos, para no hacerlo por las mismas circunstancias por las que ella fracasó (García Linera, 2017).
Yo quiero conservar de la Revolución francesa la idea de esas mujeres valientes y capaces que no dudaron ni un segundo en hacerse oír. Mujeres que fueron la sangre y espíritu de una revolución que marcó un principio y una continuidad, y que por mucho que esos señores de la Academia quieran borrarnos de ella, la historia siempre nos recordará como la cara viva de la Marianne.
Bibliografía
García Linera, Á. (2017).”¿Qué es una revolución? De la revolución de 1917 a la revolución de nuestros tiempos”, Madrid: Editorial Akal, disponible en: https://www.vicepresidencia.gob.bo/IMG/pdf/revolucion.pdf [consulta: 15 de Marzo de 2018].
Gil, A. (2017). “Entrevista Á. García Linera (vicepresidente de Bolivia): Si el proceso no brinda certidumbres y mejores condiciones de vida es de una fragilidad increíble”, eldiario.es, 30/07/2017, disponible en: https://www.eldiario.es/politica/revolucionario-certidumbres-condiciones-fragilidad-terrible_0_669134072.html [consulta: 15 de marzo de 2018].
Gauthier, F. (2006). “De Juan de Mariana a la Marianne de la República francesa, o el escándalo del derecho de resistir a la opresión”, Revista Sin Permiso, 15/10/2006, disponible en: http://www.sinpermiso.info/textos/de-juan-de-mariana-a-robespierre-entrevista [consulta: 15 de marzo de 2018].
Gauthier, F. (2014). “Olympe de Gouges: ¿historia o mistificación?”, Revista Sin Permiso, 16/03/2014, disponible en: http://www.sinpermiso.info/textos/olympe-de-gouges-historia-o-mistificacin [consulta: 14 de marzo de 2018].
Barba, S. (2016). “Feminismo explícito: La Revolución francesa como ejemplo”, Letras Libres, 08/11/2016, disponible en: http://www.letraslibres.com/espana-mexico/politica/feminismo-explicito-la-revolucion-francesa-como-ejemplo#_ftn2 [consulta: 14 de marzo de 2018].