Mr. Robot es mierda.

Por Alán Barroso Arrufat @osorrabb

Mr Robot es mierda. Nunca es agradable ser tan directo y escatológico, pero siempre llama más la atención. Algunos se ofenden, a otros les entra la curiosidad; pero no pasa desapercibido. Además, por suerte o por desgracia, te pone en la incómoda posición de tener que desarrollar tu afirmación a riesgo de poder parecer un amargado que busca la descalificación rápida y simple para aislarse en su opinión de élite lejos del mundano populacho. Que igual sí. Pero si algo es mierda se dice, coño.

No hace falta enrollarse mucho con la presentación de la serie. Si estás leyendo esto probablemente la conozcas, la estés viendo, la hayas visto o tengas pensado hacerlo. Y si no: Mr. Robot es mierda, pero mírala. Sirve para pensar, para pensar en contra suyo; pero pensar de todas formas, que es lo útil. Hay que ver que ir desnudo por el polo norte no genera nada bueno para pensar formas alternativas de transitar ese lugar inhóspito. Hay que ver que lo que ocurre en Mr. Robot no es nada bueno para pensar formas alternativas de transitar ese lugar todavía más inhóspito que es nuestro mundo moderno.8b09cea927487d913818685dfffd9084

Todo está jodido, la ambientación es bastante real en ese sentido. Deuda, desempleo, abuso de grandes corporaciones. Ahí está Evil Corp, como antagonista impersonal, representando el máximo exponente ideal de la empresa transnacional que ha trascendido la importancia de cualquier otro ente de gobierno democrático y que ya se sitúa por encima de cualquier estado-nación, subordinándolos al completo a sus intereses. En este caso han adelantado a la realidad, pero no por muchos años: el viaje hacía esa distopía terrorífica hace años que comenzó. Más motivos para mostrar interés por esta serie.

Se nos presenta un escenario genial para comenzar una serie genial. El conflicto está servido, la situación es insostenible: antes o después algo debe surgir para cambiar está realidad que debe, como todas, llegar a su fin. Qué desgracia la nuestra cuando lo que surge es Elliot Alderson y su panda de frikis.

Hacer un retrato psicológico de Elliot seguro que es muy interesante para un psicólogo, pero yo me voy a limitar a simplificar su condición en una breve definición: esquizofrénico con trastorno paranoide y desdoblamiento de personalidad. Freud se lo pasaría genial investigando la infancia del chaval. Desde luego, hay sitio donde mirar. De todas formas, no es cuestión de aburrir ni  de destrozar sorpresas, dejémoslo ahí y orientémonos hacia la panda de frikis en general.

Todos los que componen este grupito tienen en común una serie de elementos que los definen como personas y que explican sus motivaciones: hackers, solitarios, jóvenes, ultraindividualistas y, lo más importante, con alto rechazo al orden social. Y aquí viene lo importante: Rechazo al orden social no por injusto o perverso (aunque en ocasiones la explicación de su lucha se revista de esos motivos) si no por insatisfactorio para directamente ellos mismos y sus intereses. El motivo principal de su lucha es su descarrilamiento individual, sus problemas personales, que no les permiten añadirse a la normalidad del sistema. Y esa es su motivación, una motivación puramente individual y egoísta que, como no podía ser de otra forma, desemboca en un plan de futuro inexistente para una revolución contra lo establecido eventualmente posible gracias a la realidad financiera de la modernidad. Vamos a explicarnos:

Personas con las motivaciones de este pequeño grupo de hackers en un pasado habrían tenido un margen de actuación tremendamente estrecho y limitado por las condiciones de su época. Mientras antes, alguien que, con su acción individual y directa, pretendía cambiar algo -como nuestro grupo de jóvenes hackers- debía someterse a la decisión y casi única posibilidad de emplear la violencia: el atentado o el asesinato; ahora, con la venida de la modernidad y la informatización de la economía se abre un nuevo panorama de posibilidades para estos actores individuales que nunca antes habían supuesto una amenaza real de gran escala.

Esta serie ilustra como este tipo de subversión, que en ocasiones presentaron ciertos grupúsculos anarquistas con su propaganda por el hecho1 (a mi juicio, la menos útil posible), ha podido mutar y hacerse con armas infinitamente más poderosas, pudiendo incluso llegar a presentar una amenaza real para el sistema.

Elliot y su grupo de anarquistas posmodernos, afincados en el cuartel general más ridículo de la ciudad, pretenden (grosso modo) cargarse la base de datos de Evil Corp -que guarda los registros de deudores y débito- y así liberar al mundo entero de la losa de la deuda que lo ahoga.

Hasta aquí el escenario que plantea Mr. Robot, más allá de toda la palabrería posmoderna contra la sociedad, la gente, las relaciones con la gente y del quejido de “nadie me entiende soy único y especial”; presenta un realidad contingente más que interesante en la que, por primera vez en la historia, individuos con motivaciones tan simples, -en tanto en cuanto salen de ellos mismos y terminan en ellos mismos- sin contacto alguno con el resto de la sociedad ni con las luchas que simultáneamente se pueden estar produciendo en ella; sean capaces de, en un instante, poner el mundo patas arriba.

Mr. Robot es una mierda porque evidencia eso. Y peor aún, porque lo hace deseable. Impone un mensaje muy claro: Los tiempos han cambiado, las revoluciones no son cosas de personas unidas en movimientos de desborde en torno a demandas populares. Eso quedó antiguo. La gente, sus motivaciones comunes y sus luchas conjuntas ya no importan. Importan las tuyas, las individuales. Lucha por ello, ahora se puede.

¿El resultado de una victoria en este contexto? Caos. Caos porque, como en el pasado, al fin y al cabo, solo se ha lanzado una bomba; esta vez poderosísima (y posmodernísima); pero lo que no se ha conseguido (ni siquiera se ha pretendido) ha sido dar un asiento discursivo entendido popularmente como racional que explique, guie y condicione la estructura que funde la sociedad que debería venir tras un ataque tan contundente. Solo se ha soltado la bomba. Propaganda por el hecho. Fracaso y caos por el hecho. Y como bien saben los seguidores de Juego de Tronos de la boca de Meñique: “El caos es una escalera”. Y al fin y al cabo, para eso termina sirviendo la mayor bomba soltada jamás por un grupúsculo de anarquistas posmodernos: para que surjan monstruos que, aprovechando esa escalera de desconcierto que proporciona el caos, puedan acceder a instancias de poder que, lejos de ser destruidas, serán repobladas por estos.

Mr. Robot no es revolución, Mr. Robot es caos.

 

1.La llamada propaganda por el hecho o propaganda por el acto es una estrategia de propaganda anarquista basada en el supuesto de que el impacto de una acción genera más repercusiones, obtiene más relevancia y, por tanto, es mucho más eficaz que la simple palabra para despertar las energías rebeldes del pueblo