Pablo Montenegro Del Pozo 

En la actualidad vivimos un momento histórico de grandes transformaciones políticas, en el que tanto viejas como nuevas formas de hacer política salen a la arena para disputar su propio horizonte de transformación. Condensándose en aquella frase de Gramsci en la que: “El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos”.  Es por esto que, a pesar de la aceleración de los tiempos, se torna importante dar un paso a un lado para tratar de vislumbrar cómo cada una de las fuerzas políticas existentes trata de recomponerse y reconfigurarse, acudiendo para ello a nuevas y viejas formas de llevar a cabo su funcionamiento y conseguir entrar en la arena de la disputa de la hegemonía dominante. Es aquí donde cabe preguntarse ¿cuál debe ser el papel de la “izquierda” -si es que aún podemos seguir utilizando esa palabra- al respecto? 

Son diversos autores los que desde el marxismo han tratado de dar una respuesta clara en este sentido, pero seguramente sean las figuras de Žižek y Laclau, dos autores que debemos tener en cuenta a la hora de entender las transformaciones del marxismo moderno, dos de las figuras que aparecen dominando los debates actuales, pero, ¿qué dice cada uno de ellos? ¿acaso hay diferencias? Es por esto por lo que me propongo tratar de dar unas pinceladas al respecto, tratando de entender aquello que les une y lo que les divide.

Antes de profundizar en su pensamiento, es preciso dar una ligera introducción a cada una de estas figuras; por un lado, aparecen las actuaciones casi de showman realizadas por Žižek, incluyendo sus debates -académicos- con personalidades populares de la Alt Right como Jordan Peterson, a lo que se le suman sus estelares apariciones en documentales propios centrados principalmente en explicar el marxismo a través del cine. Aquí es donde Žižek ha encontrado su propio espacio mediático para difundir su teoría marxista altamente cargada de hegelianismo, en la que la ideología se compone como el elemento principal de disputa, a la vez que se constituye como la enorme prisión bajo la que quedamos encerrados.

Por otro lado, Laclau se configura como la principal figura que ha posibilitado tanto el triunfo como el entendimiento de los procesos latinoamericanos, dando lugar a una nueva disputa hegemónica en la que parecía que el neoliberalismo se consolidaba como la única opción. Para ello, combina la capacidad de la disputa política derivada de teorías lingüísticas que terminan siendo representadas por el concepto de “discurso”. Con la finalidad histórica del marxismo, relacionada principalmente por el concepto de hegemonía, dando lugar a la capacidad de consolidar las aspiraciones materiales del poder de una forma discursiva. 

Esta dicotomía en la visión de ambos, nos deja en un lugar en el que, aunque la finalidad de los dos pueda verse altamente relacionada desde un inicio -de la misma manera que todas las rupturas históricas de la izquierda- las discrepancias en la propia forma de consecución de esta finalidad son suficientes para construir una brecha entre ambos, que a priori, constituye una imposibilidad en la reconciliación su pensamiento.

Paradójicamente, y al igual que en la mayoría de las rupturas políticas. Este enfrentamiento no se queda exclusivamente en lo político, sino que también llega a lo personal, siendo el caso de que en un principio fue Laclau el propio tutor intelectual de Žižek, introduciendo a este en el psicoanálisis, llegando a escribir el prólogo de la primera edición de la que fue la primera gran obra de Žižek al respecto: “el sublime objeto de la ideología.” Prólogo que tras sus disputas ideológicas fue retirado. 

Esta divergencia en el ¿cómo?, y unida en el ¿para qué? No debe considerarse como algo banal, ya que sin la fórmula adecuada, las respuestas que se consigan pueden ser tan diferentes entre sí que una pase a contemplar a la otra como inoperante. En el caso de estos autores, mientras que el pensamiento de Žižek termina por enrocarse en un inmovilismo pasivo que simplemente espera a que sea el capitalismo el que caiga por su propio peso. Laclau ofrece una respuesta de acción inmediata, en la que puede que no se dé lugar a una solución final, pero que sí sirva para el mientras tanto, haciendo que la meta pueda alcanzarse de una forma diferente. 

Aunque Lenin sea un autor que tiende a ser más referenciado en el pensamiento de Žižek que en el de Laclau, es Laclau quien termina por ofrecer esa capacidad del ¿Qué hacer? ante la situación actual. Es en los procesos políticos Latinoamericanos donde observamos estas fórmulas discursivas de acción materializarse. 

Esto pasa por no constituir una visión política cerrada, tratando de determinar una visión excluyente de la política en lo que todo queda exclusivamente dividido entre burguesía y proletariado. Sino que se aborda el conflicto de forma indirecta, tratando de incorporar los distintos elementos culturales e identitarios de cada uno de los grupos que configuran la sociedad para componer mayorías que se articulen bajo demandas concretas. Haciendo que la realidad sea transformada por la intervención de cada uno de estos procesos que configurando un Todo, o dicho de otra manera, un nosotros amplio capaz de integrar las distintas diferencias. Definiendo que lo ideológico no deja de estar compuesto por realidades concretas, y por lo tanto, para cambiar lo ideológico es necesario actuar primero en ellas.

Esto, a pesar de ciertas discusiones consolidadas en argumentos espurios. No es algo que trate de aplicarse desde una especie de lógica generada desde la posmodernidad, sino que se recupera un espíritu histórico que siempre existió en la izquierda, que no trata tanto de consolidar un sentimiento de clase propio que genere una clase homogénea, sino que se centra en las demandas de la misma, sobreponiendo el concepto de  “paz, pan y trabajo” por encima de “la clase obrera revolucionaria”.

Sin embargo, esta capacidad de acción que propone Laclau no puede hacer que dejemos de lado el pensamiento de Zizek, ya que es en él donde vemos la verdadera fuerza de los procesos ideológicos actuales y, aunque su solución final no deja de arrojarnos al inmovilismo político, en su desarrollo teórico siguen expuestas las grandes claves de la actualidad.

Es precisamente aquí donde aparece el punto clave de lo que debe suponer esta izquierda de cara el futuro, teniendo la capacidad de combinar a Žižek y Laclau, teniendo en cuenta la alta capacidad de Žižek. para comprender y analizar los procesos ideológicos y la capacidad de Laclau para transformarlos. Recuperando nuevamente una frase de Gramsci para componer a ambos autores y no dejar que sea el “pesimismo de la inteligencia (el que venza) al optimismo de la voluntad”.