Por Sergio Calderón Harker

“En la historia de los [humanos],” escribió Eduardo Galeano en Las Venas Abiertas de América Latina, “cada acto de destrucción encuentra su respuesta, tarde o temprano, en un acto de creación”. Si de alguna forma se pudiera caracterizar la historia de América Latina, sería entonces como una reacción constante a un sinnúmero de hechos geopolíticos: la conquista de 1492, el comercio transatlántico de esclavos desde el siglo XVI hasta el XIX, las guerras de independencia hispanoamericanas que empezaron en 1810, la Guerra Fría, las dictaduras militares apoyadas por los Estados Unidos, y la globalización neoliberal. Y aún así, reducir la historia del continente a una cadena de acontecimientos simplemente reaccionarios sería igual de nocivo que muchos de los sucesos aquí nombrados.

América Latina, según el semiólogo Argentino Walter Mignolo, es una ficción. De lo que podemos hablar, no obstante, es de Abya Yala, como denominan su territorio las gentes indígenas desde las First Nations de Canadá hasta los Mapuches en Chile; de La Gran Comarca, como llaman su territorio las comunidades afro-colombianas y afro-ecuatorianas; o Latinoamérica, nombre que le dieron las élites criollas al territorio geográfico que empieza al sur en la Patagonia y culmina al norte en la frontera con los Estados Unidos1. Más allá de preguntarse qué es América Latina o hasta qué punto el continente llega a ser un invento residuo del colonialismo, Leopoldo Zea y Augusto Salazar pusieron en la mesa una pregunta aún más importante al final de la década de los 60: ¿Existe/podemos hablar de una filosofía Latinoamericana?

El denominado ‘Latinoamericanismo’ es la réplica a esta pregunta. A pesar de parecer una ambigua forma de caracterizar el pensamiento proveniente del continente, el Latinoamericanismo ha tomado un sinfín de formas y expresiones. Dentro de esta categoría del pensamiento, heterogénea por naturaleza, una de sus formulaciones más significativas, tanto para América Latina como para el resto del mundo, se encuentra en la filosofía de la liberación de Enrique Dussel. Si bien esta se interpone como un acto de creación en respuesta a los colonialismos, la filosofía de la liberación actúa como buque insignia del Latinoamericanismo y es sobre todo un acto de redención que, al ser político, es también epistemológico. Al presentar el pensamiento de Dussel, podemos identificar entonces dos etapas: la filosofía de la liberación, primero, como un pensamiento crítico y un tratado ético desde la periferia, y segundo, como un marco para pensar unas tesis políticas de transformación para América Latina. Así, Dussel se muestra como un pensador que, en la búsqueda de un pensamiento para la descolonización, encuentra en la liberación su primer fundamento.

Aunque su obra principal Filosofía de la Liberación  haya sido publicada en 1977, la trayectoria de Dussel viene desde antes. Nació en Argentina, y al finalizar sus estudios de filosofía en la Universidad Nacional de Cuyo, estudió teología e historia en Madrid y en París. Tras recurrentes amenazas de muerte, haber sido expulsado de su posición en la universidad mendocina y sufrir un atentado bomba en su casa, se exilió en México en 1976, cinco años después de haber publicado conjuntamente con Arturo Andrés Roig, Rodolfo Kutsch, y otros filósofos argentinos el libro Hacia una filosofía de la liberación latinoamericana, considerado el primer manifiesto del movimiento filosófico. Al llegar a México ejerce como profesor en los departamentos de filosofía de la Universidad Autónoma Metropolitana y la Universidad Nacional Autónoma de México. Dentro de sus reconocimientos académicos figuran cuatro doctorados Honoris Causa de la Universidad de Friburgo, Suiza (1981), la Universidad Mayor de San Andrés, Bolivia (1995), la Universidad Santo Tomás, Colombia (2015) y la Universidad de Chile (2017).

Si bien su obra se enmarca en el Latinoamericanismo, el pensamiento crítico latinoamericano y sobre América Latina desarrollado primordialmente por el famoso grupo Modernidad/Colonidad2, la posición de Dussel se alimenta de tres vertientes dentro de las tradiciones críticas del saber humano. En primera instancia, se relaciona con las teorías poscoloniales, el estudio de los restos del colonialismo, y el imperialismo en el Hemisferio Sur. Éstas tienen como propósito el entendimiento crítico de la situación (pos)colonial desde una perspectiva no-eurocéntrica, incluyendo referentes como Edward Said, Frantz Fanon y Gayatri Spivak. En segunda instancia, Dussel se nutre de las lecturas tanto de Karl Marx como de Emmanuel Lévinas, a partir de los cuales re-describe lo que caracteriza como una metodología analéctica. Finalmente, sustenta su comprensión geopolítica de la historia de la filosofía en la teoría de la dependencia. Esta asegura que el sistema de la economía mundial posee un diseño que perjudica a los países no desarrollados de la periferia (i.e. el Hemisferio Sur), asignándoles un rol subordinado como productores de materias primas para beneficiar a los países centrales desarrollados. A pesar de sustentarse (o más bien relacionarse de una manera estrecha) con el poscolonialismo, el Marxismo Levinasiano, y la teoría de la dependencia, la filosofía de la liberación de Dussel parte de una crítica distintiva al proyecto Eurocéntrico (y Occidental) de la modernidad.  

En su libro 1492 El Encubrimiento del Otro: Hacia el origen del “mito de la Modernidad” (1994), Dussel caracteriza a la modernidad como una espada de doble filo. En su entendimiento primario, la modernidad se muestra como una emancipación racional que “abre a la humanidad un nuevo desarrollo histórico del ser humano”. No obstante, al mismo tiempo, esta misma modernidad justifica una praxis irracional de violencia, lo cual Dussel tipifica como ‘mito’. Este ‘mito’ se desarrolla a partir de una civilización moderna que se ve como superior y que, en su superioridad, ejerce la violencia a través de la “guerra justa colonial” para destruir cualquier obstáculo barbárico o primitivo que se contraponga al proyecto moderno.

Contrario a las tradiciones críticas en Europa, las cuales Dussel denomina como posmodernas, la filosofía de la liberación se basa en una postura transmoderna. Esta transmodernidad, en vez de atacar a la razón como tal, ataca a la violencia irracional que se haya en las raíces de la Modernidad, de esta manera afirmando la ‘razón del Otro’. Este Otro es la/el sujeto de la periferia, cuya cara es la cara que ha sido ocultada por el colonialismo y la conquista; es el “indio sacrificado, el negro esclavizado, la mujer oprimida, el niño y la cultura popular alienadas”. La liberación de la filosofía, y del pensamiento que viene de la periferia y la alteridad, parte de la negación del mito de la modernidad, del mito civilizatorio, y hacía un proyecto político y epistemológico que se funda en la ‘razón del Otro’, de las/los marginados y explotados. La liberación entonces se convierte en una práctica de des-encubrimiento, con la cual se postula al Otro como un sujeto que camina hacia la descolonización de su ser y pensar. Para Dussel esta es la base de su metodología analéctica, la cual parte del razonar del ana, griego antiguo para el “más allá”. Es precisamente en el ‘más allá’ de la historia, que es la historia de las/los sujetos que se sitúan en la periferia del poder hegemónico, en donde la filosofía debe comenzar su liberación, liberándose de las herencias violentas del Eurocentrismo. En resumen: en la cruzada por la descolonización del pensamiento, Dussel insiste en la liberación no solo como su primera instancia, sino como una praxis necesaria.

 

No obstante, la filosofía de la liberación es más que un proyecto filosófico que se contrapone al Eurocentrismo. De hecho, el pensamiento de Dussel es también un marco a partir del cual se pueden, y deben pensar, unas tesis políticas para América Latina, labor en la cual se centran sus 20 Tesis de Política (2006). Presentando la complejidad de la acción política y las instituciones, Dussel intenta trazar un pensamiento que logre transformar a las instituciones del poder, potestas, desde abajo, desde la hiperpotentia. Esta hiperpotentia nace de la imperfección del sistema político y comprende al pueblo, las/los marginados y oprimidos, que en su concientización se convierte en un sujeto en estado de rebelión ante el orden vigente. Más aún, de esta hiperpotentia puede emerger un delegado, un vocero, la/el cual tiene la vocación para negar el orden actual, como negación de los negados y los oprimidos. Es por esto que Dussel llegó a respaldar y avalar a varios líderes políticos de la marea rosa o vuelta hacia la izquierda latinoamericana, entre los cuales se han encontrado Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa3.

Asimismo, la transformación política que debe liderar la hiperpotentia, como argumenta Dussel, no es meramente una inclusión del Otro excluido, que se vuelve ‘pueblo’ o fuerza colectiva en la hiperpotentia, sino en la transformación del orden vigente en un nuevo orden. Este nuevo orden se funda en ciertos postulados políticos que muestran su divergencia del capitalismo, el liberalismo y la democracia moderna. Entre estos se encuentran postulados pertenecientes a la esfera ecológica, la cual hace que la política económica, al ser intervenida y transformada por la hiperpotentia, se base en la solidaridad, el cuidado y la fraternidad. En suma, este nuevo orden logra emanciparse, y así presentarse como una transformación descolonizada y descolonizadora, de las concepciones eurocéntricas del estado del derecho, el mercado, y la representación política a través de la democracia. Nuevamente, Dussel muestra como la liberación se revela como una base y un fundamento imprescindible e inevitable para la descolonización tanto del pensamiento como de la política misma.

    Aun así, se debe advertir que el proyecto de la liberación que nos presenta Dussel no se puede simplificar a un par de párrafos sin importar cuán introductorios sean. Sus críticas al eurocentrismo, la modernidad, y el capitalismo continúan siendo vigentes para la coyuntura mundial de hoy en dia. Como sostiene en su más reciente libro, Filosofías del Sur: Descolonización y Transmodernidad, los conceptos y ‘metacategorias’ (e.g. exterioridad y totalidad) que introduce la filosofía de la liberación siguen y seguirán teniendo validez. Ante todo, esto se debe a su valor como “referencias abstractas y globales que deben ser medidas por las microestructuras del Poder”, y al mismo tiempo, como método para descentrar las críticas posmodernas desde la periferia mundial, la cuales reconstruye a partir desde las “exigencias políticas concretas de los grupos subalternos”. Desde la perspectiva Europea, un ideario ético-político como el de Dussel nos ayudaría a subrayar la necesidad de repensar nuestras percepciones y concepciones del Otro, tanto del precariado4 resultante de la globalización neoliberal, como de las/los migrantes que intentan fundar nuevos hogares en el continente Europeo.

 

*Sergio Calderón Harker (Bogotá, Colombia) es actualmente un estudiante de la maestría en Filosofía Política de la Universitat Pompeu Fabra, Barcelona. Recibió su licenciatura en Liberal Arts en la Universidad de Maastricht, Holanda.

 

Bibliografía (y recomendaciones)

Dussel, E. (1977). Filosofía de la Liberación.

  • (1988). Hacia un Marx desconocido.
  • (1994). 1492 El Encubrimiento del Otro: Hacia el origen del “mito de la Modernidad”.
  • (1996). Apel, Ricoeur, Rorty, y la filosofía de la liberación.
  • (2006). 20 tesis de política.
  • (2011). Ética de la liberación: en la edad de la globalización y la exclusión.
  • (2014). 16 tesis de economía política.
  • (2016). Filosofías del sur: descolonización y transmodernidad.

Castro-Gómez, S. (2005). La poscolonialidad explicada a los niños.

Galeano, E. (1971). Las venas abiertas de América Latina.

Lander, E. (2005). La colonialidad del saber: Eurocentrismo y ciencias sociales,

perspectivas Latinoamericanas.

Mariátegui, J. C. (1928). Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana.

Mignolo, W. (2005). La idea de América Latina: la herida colonial y la opción decolonial.

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  1. 1. Esta distinción la hace Mignolo en su conferencia titulada Coloniality: The Darker Side of Western Modernity, para el evento ‘La Universidad Desconocida’ en el museo Guggenheim de Nueva York: https://www.youtube.com/watch?v=ap3nqffXK3Y&t=2719s
  2. 2. El grupo modernidad/Colonialidad es un colectivo intergeneracional de pensamiento crítico activo en América Latina, entre los cuales se cuentan (o han contado) Aníbal Quijano, Edgardo Lander, Walter Mignolo, Catherine Walsh, Arturo Escobar, Enrique Dussel, y Santiago Castro-Gómez, entre otros. Su propósito es la postulación de una perspectiva descolonial desde América Latina que se distinga del poscolonialismo generalmente dominado por autores/autoras provenientes de antiguas colonias inglesas o francesas. Para más información, véase: Nueva perpectiva filosófica en América Latina: el grupo Modernidad/Colonialidad de Damián Pachón Soto, https://revistas.unal.edu.co/index.php/cienciapol/article/viewFile/17029/17893
  3. 3. La marea rosa, también conocida como vuelta hacia la izquierda, es un término que ha sido utilizado para caracterizar los procesos políticos que han llevado a partidos/movimientos/organizaciones de ‘izquierda’ (i.e. socialista, progresivos) al poder en toda América Latina. Para leer más acerca de las opiniones de Dussel sobre este fenomeno y varios de sus lideres politicos, véase: https://www.lanacion.com.ar/1819005-enrique-dussel-america-latina-empezo-una-nueva-historia-que-yo-creo-irreversible  
  4. 4. El precariado es un concepto importante en la sociología y economía contemporánea, que intenta comprender a aquel grupo de personas que sufre de precariedad laboral, la cual afecta al bienestar material y psicológico. Este término ha sido usado para   sintetizar los conceptos de precario y proletariado, y ha sido utilizado primordialmente en el pensamiento europeo y                     norteamericano en el contexto del neoliberalismo, ilustremente empleado por el pensador polaco Zygmunt Bauman:         http://www.traslamascara.com/la-catastrofe-del-precariado