Por Lucas Ezequiel Bruno*

El primer análisis que uno puede hacer de la jornada del 8 de Agosto en la Argentina es que si al día de hoy no tenemos la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) es por la falta de voluntad política del gobierno nacional argentino, es decir, de la Alianza Cambiemos (Unión Cívica Radical más PRO). Cuando el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner sancionó la Ley de Matrimonio Igualitario en 2010 Néstor Kirchner -ex Presidente de la Nación, esposo de la Presidenta y por entonces Diputado Nacional por el Frente para la Victoria-Partido Justicialista (FpV)- sentó a todos las y los Diputados del FpV-PJ y les dijo: “Muchachas y muchachos la ley sale o sale” (y, así, fue la única ley que llegó a votar como Diputado antes de su fallecimiento en Octubre del año 2010). La política, pues, es principalmente decisión política, tal como lo dijo el Senador Pichetto en su alocución del 8 de Agosto. El juego del gobierno nacional de dejar liberado el debate y la votación a la voluntad de cada legislador definitivamente anula la política porque no permite dimensionar el problema en clave colectiva, en clave de un Nosotros, lo reduce a lo que “cada uno piensa y siente”; en definitiva, a otra forma más del post-neoliberalismo.

Una segunda consideración merece la actual dirigencia política de Argentina. He escuchado argumentaciones de compañeras y compañeros diciendo “esto es accesorio, es secundario”, “mientras se discute la legalización del aborto se toma deuda con el FMI”; el ajuste económico, el ajuste económico y el ajuste económico. Detrás de esto hay una concepción de la política, hay una ontología política que podríamos decir está ligada al pensamiento de los ´60 y los ´70 o a una matriz marxista. Se piensa que la política está sobredeterminada por la economía, es decir que hay un fundamento último del orden que es económico y por tanto hay luchas que son principales (la redistribución de la riqueza y la desigualdad social) y luchas que son secundarias (el feminismo, por ejemplo); inclusive en el discurso de la Senadora -y ex Presidenta- Cristina Fernández de Kirchner durante la sesión se pueden ver indicios de esta mirada. Creo que todos estos dirigentes del campo nacional y popular no están pudiendo comprender el fenómeno social-político y la emergencia de nuevos sujetos de transformación.

La política contemporánea está atravesada por un momento extremadamente complejo: no puede decir como es el mundo porque las categorías son viejas, antiguas, del pasado. La política no está cumpliendo el rol primordial que es hegemonizar lo social y decir que es la realidad. En relación al debate por la legalización del aborto casi todos las y los dirigentes post 50 años, y en especial los varones, no estuvieron a la altura de la historia y del momento. Hay una brutal incomprensión de los emergentes contemporáneos. Uno podría pensar que hay una “falta o crisis de representación”; en realidad no. La representación no es una relación transparente en donde el representante siempre dice lo que quiere el representado. Lo más interesante de la representación política es que el representante también constituye al representado, es decir, constituye un sujeto político en el mismo acto de representar -no es sólo un acto de “transferencia” sino principalmente de constitución identitaria-: hoy esto no sucede, los sujetos sociales de transformación se constituyen al margen de la política. Y esto es un problema porque, a largo plazo, implica la misma muerte de la política.

Estoy profundamente convencido que el feminismo y el movimiento de mujeres abren un nuevo clivaje en la política argentina, es decir, que no es una “lucha accesoria, secundaria o distractoria”, sino que puede llegar a ser -depende qué forma tome en los próximos tiempos- el espacio de inscripción de otras demandas por demás variadas, es decir la superficie a partir de la cual se empiece a construir y articular un nuevo Pueblo. En la vigilia de la Provincia de Córdoba no éramos los mismos de siempre -es decir quienes pertenecemos a organizaciones políticas y sociales-; estaba lleno de pibas y pibes que se notaba que esta era su primera experiencia de participación política; estaba lleno de pelos de colores, de música indie, de diversidad y de aire nuevo. Estaba lleno de heterogeneidad(es) social(es) (Laclau, 2013).

Cualquier dirigente del campo popular que subestime este acontecer no tiene futuro: creo, fervientemente, que está condenado al fracaso. Escuché por ahí “esto no redunda en política para ganarle a Mauricio Macri en el 2019”. Esto va a ser, de mínima, cuestionable para cualquier dirigente de la oposición que forme parte de un frente en contra de Cambiemos y haya votado a favor del aborto clandestino: esto sí redunda en política y el que lo piense de otra forma no comprende la magnitud de la movilización cultural, afectiva y social que implica la lucha feminista, la cual atraviesa mucho más allá de espacios organizados y partidarios tradicionales. Cualquier alternativa a Mauricio Macri y a Cambiemos que no dé cuenta del feminismo está condenada a perder.

Un nuevo escenario en la política argentina se ha abierto gracias a lucha de las compañeras del movimiento de mujeres y del feminismo. Se ha abierto la posibilidad de construir un nuevo Pueblo a partir de otros clivajes que gran parte de la dirigencia política argentina no quiere -o puede- comprender. La definición de Cristina en tanto “movimiento nacional, popular, democrático y feminista”, más allá de ser acertada, cuesta pensar que ella asuma ese lugar del “feminismo” -en definitiva, porque no sé si quiere a partir de la bienvenida incomodidad en su alocución en el Senado-.

La llamativa incomodidad de Cristina al pronunciar su discurso en la Cámara de Senadores no es casual; la tensión entre dar cuenta de una demanda tildada por cierto sector del peronismo como “liberal” y entre la extraordinaria movilización popular y militancia de jóvenes por su aprobación. Sin embargo, Cristina intentó restarle liberalismo a la demanda por la ley de IVE y añadirle una dimensión articulatoria o colectiva: engranar el feminismo a lo nacional, popular y democrático; es decir construir un nuevo Pueblo (Laclau, 2013). Esta tarea es la que debe emprender el movimiento feminista de la Argentina para trascender a su propia particularidad y no condenar a las mujeres y a la comunidad LGTBIQ a discutir solamente “cuestiones de género y diversidad”, sino a impugnar radicalmente el orden macrista por injusto, opresivo y, también, patriarcal. ¿Por qué el feminismo sólo podría discutir cuestiones atinentes a sus demandas? En caso contrario el movimiento será reducido a lo acontecimental y episódico, es decir, no fluctuará de ser heterogeneidad(es) social(es) a la articulación de un nuevo Pueblo: será muy útil para dislocar el orden sedimentado pero no para pensar un orden nuevo y alternativo. Ahora bien, ¿será Cristina Fernández de Kirchner la que se ponga al frente de ésta inconmensurable tarea? ¿Está en condiciones de asumir semejante desafío en relación a su despertar feminista? La contingencia de la historia lo dirá.

Lo último para decir a nuestras queridas amigas y amigos españoles es que los y las dirigentes argentinos necesitan asumir el fenómeno de la representación en toda su complejidad: deben trascender a la mediocridad del posibilismo y atreverse a constituir sujetos políticos colocándolos a jugar en la escena pública, es decir radicalizar la representación y no amagar a representar a través de lo que dicen las encuestas de opinión -este discurso fue el dominante en las intervenciones de las y los Senadores que votaron por el aborto clandestino, es decir, que argumentaban su voto en función de que según encuestas realizadas en sus respectivas provincias la mayoría de la población estaba en contra del proyecto de ley de IVE-. Sino la política pasa a ser solamente el arte de lo posible, el gobierno de las consultoras y la mera administración; pierde su rol primordial: constituirse como el arte de lo imposible y necesario al mismo tiempo, es decir, como la constitución imaginaria y simbólica de lo sujetos que dicen lo que es la realidad.

Más allá de todo esto, que puede ser poco interesante, en Argentina en el 2019 o, a más tardar, en el 2020 #SeráLey y vamos a gritar entre todas y todos #AbortoLegalSeguroYGratuito!!!

*Abogado por la Universidad Nacional de Córdoba – Argentina (UNC). Becario del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Doctorando en Ciencia Política en el Centro de Estudios Avanzados de la UNC -en proceso de escritura de tesis: análisis del proceso del kirchnerista (años 2003 a 2015) desde la perspectiva de la teoría política del discurso-.  Docente adscripto en la UNC sobre Teoría Política. Responsable Provincial de la JP Evita Córdoba y parte de la Mesa de Conducción del Movimiento Evita Córdoba. 

Bibliografía

Laclau, E. (2013) La razón populista. Buenos Aires, Argentina: Fondo de Cultura Económica.