Por Pol Castelló

En 2012, el director de cine franco-griego Costa-Gavras estrenó su última película hasta la fecha: Le Capital (El Capital en castellano), adaptación de la novela homónima de Stéphan Osmont publicada en 2004. En este film, el director franco-griego, sigue con la denuncia social tan característica de toda su filmografía, esta vez centrada en el funcionamiento de un mundo sin escrúpulos donde reina la ambición y la lucha por el poder: el sistema financiero.

La película narra la historia de Marc Tourneuil, un banquero que accidentalmente se convierte en presidente de un gran banco de inversiones. A medida que el film avanza vamos viendo el cambio que sufre el protagonista y su lucha contra todos aquellos que bien quieren que sirva a sus intereses o que caiga para ocupar ellos el poder.

Hay pequeños momentos durante la película, donde la escena se congela y el protagonista comparte con el espectador sus opiniones siempre en clave crítica sobre lo que sucede en el film.

  • Un presidente barato y manejable

La película empieza en un campo de golf, donde el presidente del banco Fénix, Tourneuil y los grandes accionistas del banco están jugando al golf, y de repente, el presidente del banco sufre un dolor muy intenso fruto de un tumor testicular y es trasladado al hospital.

En las siguientes escenas, los accionistas, los verdaderos amos del banco, discuten quien debe ocupar la presidencia de forma transitoria hasta que el presidente supere el cáncer. El hombre adecuado parece Tourneuil, ya que tiene experiencia y a priori no parece un hombre con ambiciones de poder. Pero aún así, acuerdan tenerlo vigilado, ya que como dice uno de los accionistas en una conversación: “No podemos dejar a Fénix en manos de Tourneuil, nadie sabe de qué pie cojea”.

La escena siguiente a estas conversaciones es una reunión en la cual se pactan las condiciones y se hace efectivo el traspaso de poderes hacia Marc y su nombramiento como presidente de Fénix. Cuando se pacta el sueldo que cobrará Marc, este indirectamente se queja alegando que el anterior presidente cobraba más del doble de lo que el cobrará, y cuando pregunta si buscan un presidente barato, recibe como respuesta por parte del presidente en tono despectivo: “Eso es exactamente lo que buscamos ahora”. En esta escena se muestra el primer choque entre un Tourneuil que quiere tener poder y unos accionistas y un ex-presidente que quieren a un títere.

  • No dar marcha atrás y luchas de poder

A medida que la película avanza, el personaje de Marc va tomando forma, saliendo de esa indefinición del principio que hacia desconfiar a los accionistas, volviéndose cada vez mas codicioso y ambicioso; convirtiéndose en el verdadero jefe del banco. Su familia percibe el cambio, pero el, al ambicionar el poder, tenerlo, disfrutarlo y no estar cegado por este les deja claro que si quieren apartarse que lo hagan pero el no dará marcha atrás.

Viendo este cambio en Marc, los accionistas creen que ya han conseguido su objetivo: tener a un títere dirigiendo el banco. Alguien que actuará como ellos lo hubiesen hecho, dará la cara y que con el dinero que gane será feliz siendo un simple gestor; pero se equivocan.

A medida que el film se desarrolla, los pequeños roces entre Tourneuil y los accionistas empiezan a ser algo más que simples discrepancias, cuando estos se dan cuenta de que el no es su títere, y pasan a convertirse en una autentica lucha por el poder real del banco, en la que todo vale. Es en todas esta escenas donde la película de Costa-Gavras nos muestra el verdadero rostro del poder y de la lucha para conseguirlo o para seguir en el, donde todo sin excepción está permitido, y donde no se puede ser justo o noble ya que como responde Tourneuil cuando su mujer le pregunta por qué no denuncia las prácticas ilegales que rozan lo mafioso de sus adversarios: “No nos denunciamos”.

Pese a su ambición y codicia, el personaje de Tourneuil, demuestra no estar cegado por el dinero y reconocer ciertas injusticias del sistema capitalista que no se pueden subsanar, ya que esto significaría la muerte y destrucción de dicho sistema. En otra palabras, Tourneuil se convierte en la máxima representación del “ There is no alternative” de Thatcher, alguien que pese a saber que el sistema y sus acciones no son del todo éticas ni morales, considera que no hay solución a eso.

  • Seguiremos robando a los pobres para dárselo a los ricos

La escena final de El Capital, es una de las mejores de la película, donde  define a la perfección como son los grandes círculos de poder de las cúpulas bancarias en este sistema capitalista.

La escena empieza con Tourneuil entrando en una gran sala donde están presentes todos los grandes accionistas y directivos del banco Fénix. Como es de costumbre, de las cincuenta personas que hay en la sala, las mujeres representan apenas el 1%. Al ver a Marc entrar todos aplauden, este recorre la mesa hasta colocarse en la cabeza de este y dice la siguiente frase: “Señores, soy su Robin Hood moderno. Seguiremos robando a los pobres para dárselo a los ricos!”.

Al oírlo todos los presentes en la sala aplauden y festejan las palabras de Marc como locos, entonces este se gira hacia la cámara, abstrayéndose y realiza su última interlocución con los espectadores: “Son unos niños, unos niños grandes, se divierten. Y seguirán divirtiéndose y divirtiéndose hasta que todo reviente”.