Tragos de victoria o como el ALCA fue enviada al carajo

Hará veinticinco años que el politólogo neoconservador Francis Fukuyama publicó su libro “El fin de la historia y el último hombre”, anunciando la victoria de un orden social concreto que se materializaría en el proyecto de un Nuevo Siglo Estadounidense. Solo dos años después dicho proyecto hegemónico será puesto en cuestión por la irrupción de los zapatistas en la Selva Lacandona, iniciando un ciclo de protestas que culminaría en la Cumbre de Mar del Plata donde las pretensiones hegemónicas norteamericanas para América Latina serían enviadas literalmente “al carajo”.

Así pues, en este breve artículose hará ni que sea unas pinceladas sobre los procesos de movilización social, en América Latina, que culminaron en una articulación social y popular regional como fue la Alianza Social Continental (ASC). Ello tuvo diversos efectos, que describiremos en profundidad más adelante, como la creación de una identidad latinoamericana a través del conflicto, mediante una articulación regional inédita por su capacidad de coordinar movimientos de movimientos.

Un largo ciclo de contestación hacia la constitución de la Alianza Social Continental

Los investigadores Breno Bringel y María Almudena Cabezas plantean en su artículo de análisis geopolítico[1] un conjunto de hipótesis de investigación que me gustaría reseñar en tanto que la Alianza Social Continental podría entenderse como una prueba empírica de dichas hipótesis (siguiendo a Demirdjian, 2006 y De la Cueva, 2006).

Ya que, lo que vemos, en el ciclo de contestación, que va de 1994 a 2005, es el de un escenario caracterizado por la dimensión geopolítica que adopta la contestación social (Bringel y Cabezas, 2014:323).

El lanzamiento del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), como expansión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, se encontraría desde el inicio con resistencias populares con una fuerte dimensión espacial y un carácter geopolítico que eclosionaría en la ASC en los años noventa y en su posterior apogeo en los años dos mil.

Apogeo que definirá la ASC en una red de movimientos territorializados, coordinando movimientos como el Movimiento los Trabajadores Rurales Sin Tierra de Brasil o redes como la Organización Regional Interamericana de Trabajadores y como la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones Campesinas.

La ASC, en tanto que gran coalición popular transnacional, habría tenido entre sus virtudes la articulación de lugares, redes, territorios y escalas. Por ello, habría podido superar virtuosamente las dicotomías entre lo micro y lo macro, entre la red y el territorio (Bringel y Cabezas, 2014:325-326).

Ya que si bien dichas dicotomías se plantean de forma antagonista en la literatura académica especializada en la geopolítica, ello habría sido superado en la praxis discursiva de la ASC. Dado que en la ASC ambas dimensiones se materializaron complementariamente por los siguientes motivos.

Las luchas sociales territorializadas devinieron claves para la conformación de una red flexible con un marco regional cuyas partes constitutivas eran los espacios nacionales. Conllevando así la construcción de una identidad colectiva, la latinoamericana, que posibilitaba a la vez un activismo de carácter transnacional.

Esta narrativa espacio temporal, enmarcada en el ciclo de protesta contra el ALCA, si bien en Bringel y  Cabezas es planteada dividida en dos periodos me parece más acertado ubicarla en un proceso continuado para comprender el ciclo de convergencias a escala continental que se da desde 1994.

En conjunto, el levantamiento zapatista, las luchas vinculadas al movimiento antiglobalización y las resistencias al ALCA contribuirán y serán partes fundamentales de la creación de un “tejido regional contestatario”. Y cómo señalan Bringel y Cabezas (2014:331) el proceso de constitución de la ASC activará redes y coaliciones con una dinámica transnacional.

En 1997 se darán en Belo Horizonte (Brasil) el Foro Laboral y el Foro Nuestra América que impulsaran un proceso de convergencias, frente a los déficits democráticos del ALCA, que conllevaran la dotación de una base sindical así como la adscripción a la ASC de redes de organizaciones que ya tenían experiencia contra los tratados de libre comercio (Demirdjian, 2006).

2001 y 2005 serán el apogeo, en tanto que continuum del ciclo de los noventa, de la ASC ya que las protestas regionales serán sostenidas por un proceso de convergencia regional definido por dos características clave. Uno, la intervención en una gran amplitud geográfica y dos, el fuerte poder de movilización popular fruto de una verdadera articulación hemisférica.

La forma de esta articulación habría asumido la integración de coaliciones multisectoriales nacionales así como sectoriales nacionales además de movimientos socioterritoriales y socioespaciales (Demirdjian, 2006:3).

Este proceso irá en consonancia con la confluencia creativa con los Foros Sociales Mundiales, las Cumbres de los Pueblos, el Encuentro Hemisférico de lucha contra el ALCA y las movilizaciones puntuales y paralelas contra los encuentros de la OMC. En consonancia también con la nueva izquierda latinoamericana vinculada al Foro de Sao Paulo. Visualizándose en la Cumbre de Mar del Plata, en 2005 en Argentina, donde se enterrará el ALCA en lugar de firmarse en ese año como estaba previsto.

Este ciclo de contestación, de dimensiones regionales, estaría pues caracterizado por haber tenido el foco puesto en los procesos institucionales de regionalización. De manera que no solo habría generado una articulación geopolítica para resistir a la globalización neoliberal sino que además habría generado elementos superadores del neoliberalismo a partir de la creación de identidades geopolíticas como el latinoamericanismo y los patriotismos antiimperialistas (Bringel y Cabezas, 2014:333).

Junto a la creación de identidades, cabria destacar los dos mayores logros de la ASC. El primero, el de tumbar el ALCA, y, el segundo, el de generar un discurso alternativo al de la integración regional neoliberal.

El primer Encuentro Hemisférico de Lucha contra el ALCA opuso al Consenso de Washington el Consenso de la Habana. Con ello, la ASC planteaba no solo destituir el ALCA sino construir una agenda continental alternativa de integración social, solidaria y basada en la justicia social.

La emergencia de gobiernos populares en sintonía con los discursos de la ASC habría fructificado exitosamente con la creación de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América y los Tratados de Comercio de los Pueblos (Demirdjian, 2006:10).

Así, el ciclo de 1994 a 2005 se habría cerrado con la constitución de la ASC como una extraordinaria red de redes que habría conseguido tres victorias en tres planos. En una dimensión simbólica, creando identidades contrapuestas a las del proyecto norteamericano, que en un segundo plano habrían tenido éxito en el rechazo, eclosionando en una síntesis superadora, mediante una integración regional postneoliberal o como mínimo post consenso de Washington.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

[1] Nos referimos al artículo citado en la bibliografía (Bringel y Cabezas, 2014).