Por Blai Burgaya Balaguer (@BlaiBurgaya)

Push es el nuevo documental del director sueco Fredrik Gertten, que investiga el porque ya no podemos permitirnos el lujo de vivir en nuestras propias ciudades. La vivienda es un derecho fundamental, una condición básica para una vida segura y saludable, pero en las ciudades de todo el mundo tener un sitio en el que vivir es cada vez más difícil. ¿Quien son los responsables? ¿Cuales son los factores que hacen del acceso a la vivienda uno de los problemas más urgentes a escala mundial? Quedamos con Fredrik Gertten para charlar sobre todo esto y mucho más. El documental se podrá visualizar durante todo el octubre en las salas adheridas al proyecto El Documental del Mes, se puede consultar aquí.

Para empezar, ¿de qué hablamos cuando hablamos de gentrificación? ¿Y de dónde salió la motivación para hacer esta película?

En primer lugar, pienso que si queremos cambiar el mundo también debemos cambiar nuestro propio lenguaje y no usar palabras que hasta ahora casi no significan nada como justificación. Y “gentrificación” es una de esas palabras. Todo el mundo está hablando de gentrificación sin saber muy bien qué significa. Además, esta expresión también es un poco floja, nadie realmente sabe lo que significa y además crea un montón de división. Porque, por ejemplo, puede haber gentrificación porque unos chicos hicieron un lugar de café, un estudio, o un local de yoga. Ellos son los culpables según esa teoría, que es tonta y falsa y porque es obvio que las fuerzas que explotan a los hipsters, que explotan los carriles bici, que explotan los lugares verdes, son los que entran con sus fondos de capitales. Los fondos buitres son los culpables. Ahí debemos tener nuestro foco. Los mismos actores también están en el “agro business” en Brasil construyendo el monocultivo de soja, y esos incendios en la selva que ahora estallan, Blackstone también está en ese juego. Porque ellos están donde hay crecimiento. No tienen un interés real en vivienda, están en el negocio de la vivienda ahora porque es lucrativo, y mañana a otra cosa.

¿Y cómo surgió la idea de seguir a Leilani Farha (la relatora especial de la ONU sobre vivienda digna)?

Yo tenía la idea de hacer el proyecto, y entonces empecé a buscar gente que pudiera tener un mensaje claro sobre este, y con suerte encontré a Leilani. Y por suerte ella tenía esa fuerza humana, clara, abierta, y eso es bueno para la película también. Su trabajo es súper intenso y además tener un equipo siguiéndote dos años tampoco tuvo que ser fácil para ella. Pero ella es fantástica, y creo que no habríamos encontrado a nadie mejor para contar la historia que queríamos contar.

¿Crees que de alguna manera se podría decir que esta película es un poco otra cara de la misma moneda o de la misma crisis sistémica que ya representaste en Bananas (2009) o Bikes vs Cars (2015)?

Claro, es un poco la misma crisis del sistema desde otro punto de vista, otra parte de la crisis del sistema. Pero no es solamente una crisis de sistema, pero tiene mucho que ver, porque se trata de concentración de poder. Porque ese tipo de capitalismo que tenemos ahora no es lo mismo que teníamos hace 30 o 40 años, ha cambiado mucho, es mucho más concentrado. Bananasera sobre un conflicto entre Dole Food Company y trabajadores de plantaciones de banano en Nicaragua por supuestos casos de esterilidad causados por el pesticida DBCP. Pero de facto, de lo que estábamos hablando era de la crisis de 2008, y de la acumulación de capitales y materias primas que produjo.

Todos estábamos de acuerdo en que era una crisis del capitalismo, de los bancos y de las instituciones financieras. Pero de lo que se estaba hablando después de la crisis era de Grecia y los pensionistas griegos, mientras deberíamos haber estado hablando de los excesos del mundo financiero. Pero el capital es muy hábil desviando el foco. Y ahora, es lo mismo, las ciudades están cambiando, pero no es un desarrollo natural es un desarrollo de lobby.Gente tan infeliz en tránsito todo el tiempo, incapaces de salir de esa frustración. Y ahora estas fuerzas de lobbyestán tomando nuestras viviendas, hace 30 o 40 años los dueños de las ciudades eran los ciudadanos en la ciudad. Claro que había ricos y pobres, pero todos vivían en Barcelona, por ejemplo.

Hay un momento en la película en que Leilani se pregunta a sí misma quién va a vivir en las ciudades, para quiénes son las ciudades y pensé que me gustaría un poco hacerle esta pregunta. ¿Qué opinión tiene al respecto?

Siguiendo con esto que decías de los propietarios de la ciudad, es obvio que hay gente que no gana mucho, que son más pobres y se ven obligados a irse, pero ¿dónde? No lo sabemos, porque el resto de nosotros tal vez podamos quedarnos, pero tenemos que trabajar mucho más para poder pagar. Además, si pagamos el alquiler a un fondo buitre el dinero tampoco se queda en las ciudades. Entonces no apoyamos a la economía local. Y dicen que el crecimiento es importante. Pero, ¿crecimiento de quién? ¿de los fondos de capitales? El crecimiento tiene que ser algo que se distribuye en una ciudad.

Supongo que el objetivo principal de la película era poner este tema en el debate público, y demostrar que es un problema global. Supongo que habrás visto un poco que aquí en España sí que se habla un poco más de este tema, pero incluso cuando se habla de este tema sólo se discute sobre si regular el precio del alquiler o no regularlo. Y enseguida las fuerzas de derechas dicen que esto es intervencionismo soviético. Entonces, quería preguntarte sobre eso que se dice en la película de que hay un problema con el lenguaje que utilizamos, pues es el del “enemigo”.

Claro, ¿porqué crees que le dieron el premio Nobel a Joseph Stiglitz? Lo explica muy bien: el modelo neoliberal no funciona más. Está probado que el mercado no resuelve todos los problemas. Porque si el mercado funcionara bien no habría gente en la calle, durmiendo en la calle. Ahora veo mucha más gente en la calle en Barcelona que la última vez que estuve. Entonces el mercado no funciona, y tenemos que asumirlo y dejar de hablar en los términos neoliberales. Porque, además, cuando los ricos son más ricos no es bueno para nosotros, para el resto de la sociedad.

Pero, en su opinión, ¿cómo cree que podríamos hacer que las instituciones o los políticos se preocupen por este tema? Porque hay una imagen muy impactante en la película, cuando Leilani está presentando su informe en la ONU sobre el estado de la vivienda, entre la audiencia hay un chico mirando relojes de lujo en su teléfono…

Ya están cambiando cosas, ahora Portugal tiene una nueva ley de vivienda como derecho humano, por sugerencia de Leilani, y con su trabajo ella está cambiando el lenguaje. Cada vez más políticos están hablando de la vivienda como un derecho humano, algo que no escuchábamos des de hace mucho tiempo. Porque los aduladores del mercado nunca han hablado de eso. Ella está teniendo éxito en su misión, y la sociedad también quiere tener éxito. Yo creo que hay que tratar de cambiar el lenguaje porque los políticos ahora están un poco atrapados dentro del lenguaje del mercado, piensan que eso es un modelo que debemos tener claro y esto al final ha llevado a que estos fondos buitres intervengan en el mercado de la vivienda sin ninguna regulación.

Claro, aquí surge una pregunta clave, ¿cómo es posible que incluso en Estados como Suecia, que tienen un estado de bienestar mucho más protector que EUA, estos fondos hayan podido entrar de esta forma y las instituciones no hayan dicho nada?

Porque por mucho estado del bienestar que tengamos en Suecia -aunque ya no es lo que era- nosotros también tenemos este lenguaje de mercado y estamos atrapados en él. Además, el sistema sueco ha perdido mucha fuerza, por la misma razón, porque pensaba que el mercado iba a solucionar esto. Y también que piensan que Blackstone hace bien su trabajo, porque entienden que su trabajo es entrar en este mercado y hacer subir las ganancias, da igual el cómo.

Pero, ¿cómo devolvemos este problema a la política? Aparte de cambiar el lenguaje, que yo creo que es algo importante. ¿Cómo hacemos que la vivienda vuelva a ser entendida como un derecho humano? ¿como hacemos llegar el trabajo de Leilani -por decirlo de alguna forma- a mucha más gente?

La película es un paso en esa dirección. Hay muchos movimientos trabajando estos temas, y creo que pueden usar este documental como una nueva plataforma des de la que discutir sobre ello. Claro que yo no hablo de soluciones, pero es obvio que la solución es política tiene que venir la política, de los que hacen leyes también, pero para cambiar leyes necesitamos un movimiento que hable con lenguaje claro y por eso me he esforzado mucho para explicar cosas complejas de un modo que pueda entenderlo una persona de 15 años y ver que no es tan complicado.

De hecho, a mí me ha gustado mucho porque es un documental muy didáctico y aborda el problema de forma global, con todas las complejidades. Al final, todo lo que se relata en la película es la destrucción de la comunidad, ¿no? Porque se destruyen los lazos sociales que la gente ha construido a lo largo de toda una vida, y por lo tanto estamos convirtiendo las ciudades en parques de atracciones… Entonces, ¿a dónde nos lleva todo esto?

Sí, y es un poco triste, tal vez muy triste… Sinceramente, no sé dónde nos lleva, porque pues si seguimos el modelo de ellos no sabemos qué va a ser de nosotros, lo único que sí sabemos es que la vida va a ser mucho más cara. Tendremos que trabajar más, y no solamente para pagar la vivienda, también para pagar el vino o la cerveza o el café, porque los pequeños comerciantes también están bajo mucha presión. Por eso hay más cadenas, porque las cadenas organizan de otro modo. Pero este consumo de cadenas nos está convirtiendo en una sociedad monolítica, súper homogénea.

Y también quería preguntarle, de todas las ciudades que habéis visitado a la hora de hacer el documental, ¿dónde has percibido que este problema es más grave o que hay menos resistencia social?

Hay tantos lugares… Pero, por ejemplo, ahora vengo de San Francisco, y allí hay gente que paga 4.600 dólares al mes por dos habitaciones. Es como una locura. El estrés es enorme y la gente no gana suficiente para pagar eso, aunque allí los sueldos son más altos, pero no puede ser. No puedes llegar a nada con este mercado especulador. Y en San Francisco me dejó muy impactado la cantidad de gente sin casa que vive en las calles, es brutal.

Pero si este problema es tan global tendría que haber alguna otra forma de articular la respuesta que no fuera solo desde las ciudades, porque a veces las ciudades son un actor un poco pequeño frente a fondos buitre como Blackstone…

La respuesta tiene que ser nacional e internacional. Claro que las ciudades tienen que ir adelante, es obvio, pero también se trata de hacer leyes. Porque parece que estos fondos de alto riesgo están un poco por encima del bien y del mal. O sea que ellos pueden hacer lo que quieran y nadie puede meterse con ellos. Pero yo creo que para ellos es mal negocio que ahora estemos hablando de ellos, que su nombre esté en las paredes de Barcelona o Berlín. Hay muchos países y ciudades que están probando medidas, tal vez no existe una política perfecta, pero hay respuestas y experiencias también. Barcelona también forma parte de eso. Un poco ya por último si crees que tenía un personaje que este mismo problema quedara un poco sola ocurre en grandes ciudades. Por eso también la idea del documental era demostrar a todos aquellos que se ven afectado por esto, que no se depriman, que no están solos. Que entiendan que no es culpa suya ni de ningún fracaso suyo, que es un fenómeno global y por eso ahora yo también formo parte de una resistencia global.