Reseña del libro ‘For a Left Populism’ de Chantal Mouffe

Por Alán Barroso

Chantal Mouffe es una incondicional de la teoría populista. Junto a su compañero Ernesto Laclau escribió Hegemonía y estrategia socialista en 1985 y hasta el momento no ha dejado de aportar abundantes reflexiones en torno a la democracia radical y al agonismo pluralista además de pensar cómo actualizar los movimientos antagonistas y sus nuevas demandas en un contexto de derrota de la izquierda.

Además de haber contribuido extensamente a desarrollar el debate del populismo (en España destaca su libro ‘Construir Pueblo’ junto a Íñigo Errejón) Chantal Mouffe no renuncia a ver sus tesis correspondidas de alguna forma en el entorno político actual, que ella se atreve a definir como “momento populista” (un momento de expresión de resistencia contra la condición postdemocrática), es decir, como un momento heredero de todas las transformaciones ocurridas desde finales de la década de los setenta que han llevado al afianzamiento de la hegemonía neoliberal y a un escenario post-político donde el conflicto instituyente de lo político ha sido eliminado y el dogma del TINA (There is no alternative) y del consenso hacia al centro ha sido dominante, declarando así la obsolescencia de la soberanía popular e impidiendo la posibilidad de una confrontación entre proyectos de sociedad distintos. Este momento populista en el que la hegemonía dominante comienza a resquebrajarse debido a la proliferación y la multiplicación de demandas democráticas insatisfechas, requeriría entonces de la existencia de fuerzas políticas que se prestasen a la operación política de construir una voluntad popular que federara todas esas demandas democráticas y que señalase un “nosotros” popular frente a un “ellos” oligárquico y mafioso.

En ese sentido, este libro pretende ser, según la propia Chantal, una intervención política. Más allá de presentar la típica definición de populismo como una estrategia discursiva mediante la cual se construye una frontera que divide la sociedad en dos campos y llama a la movilización de ‘los de abajo’ contra ‘los de arriba’ (para eso ya tenemos otros libros introductorios como el de Antonio Gómez) Mouffe pretende proponer una estrategia específica para intervenir políticamente en tiempos de lucha contra la postdemocracia. Esta estrategia obedece, evidentemente, a los preceptos teóricos desarrollados por la teoría populista, pero su preocupación principal, parece ser, es la de lograr convencer de la virtud de esta estrategia populista a un sector importante de personas que intervienen políticamente desde posturas socialdemócratas clásicas y de izquierda tradicional.

Tras un repaso breve a la historia reciente y tras la conclusión de que nos encontramos en un momento en el que la lucha contra las formas postdemocráticas de la política es imprescindible y que la incomprensión de esta batalla fundamental en muchos casos se ha llevado por delante a la socialdemocracia clásica, Chantal Mouffe opina que es evidente que el progresismo político (haciendo un guiño al izquierdismo timorato y a los socialdemócratas de espíritu inquieto) no puede resistir más en sus formas tradicionales de actuación y debe actualizarse y asumir nuevas estrategias y formas de intervención política. Esta reflexión se ha visto recientemente secundada por el apoyo de Chantal Mouffe a Jeremy Corbyn y al movimiento Momentum que ha decidido recuperar eslóganes como el reconocido “For the many, not the few” (Para la mayoría, no para la minoría) y apostar por la creación de una frontera política de carácter populista entre un “nosotros” y un “ellos”[1].

Sin embargo, esta aspiración de transformación y ese anhelo de incorporar a esa socialdemocracia timorata en el sendero del populismo se ve dificultado por una serie de cuestiones, que, más que reticencias de contundencia, son reticencias de prejuicios anclados en un caduco marco racionalista y positivista que genera inseguridades y miedos que Mouffe se afana en atajar.

En nuestro país hemos visto como socialdemócratas honestos, como Pérez Tapias en su artículo Republicanismo frente a populismo en el debate de la izquierda, han entendido la importancia teórica del populismo y, al menos, han decidido ofrecerle la atención que se merece comprendiendo los principales rasgos de la “lógica populista”. Sin embargo, y parece que esto es algo generalizado entre la socialdemocracia, lo que más rechazo genera es que se sigue asociando al populismo con demagogia y, sobre todo, que “apela a las emociones más allá de razones y busca eco socialmente transversal interpelando a una sociedad a la que invita a verse como pueblo –lo que no deja de alentar reacciones ultranacionalistas”[2].

Son reticencias basadas en prejuicios racionalistas que, aunque ya caducos como dijimos antes, han de ser tomados en consideración con seriedad, puesto que constituyen la base típica de las principales críticas y recelos hacia el populismo. Esta posición, temerosa y desconfiada respecto a lo emocional y protectora de la garantía última de la razón, se basa en una división que glorifica la razón y vilipendia la emoción y que desconoce que ambas están íntimamente relacionadas y casi siempre evolucionan juntas. Chantal Mouffe defiende que los afectos juegan un papel decisivo en la constitución de las identidades políticas. De esta manera, la falta de entendimiento de la dimensión afectiva en los procesos de identificación sería una de las principales razones por las cuales la izquierda, encerrada en su marco racionalista, es incapaz de comprender las dinámicas de la política. El deseo es lo que mueve a los seres humanos a actuar y lo que los hace mover en una dirección u otra son los afectos. Las identificaciones que surgen de la cristalización de esos afectos son el motor de la acción política.

Puesto que no existen ni identidades esenciales ni una división real que desconecte lo emocional de lo racional, el desprecio de la dimensión afectiva y emocional (en la que se generan las identidades políticas) es desaconsejable y puede llegar a suponer un tremendo lastre para intervenir políticamente, corriendo el riesgo de seguir insistiendo en una inexistente racionalidad del sujeto y obviando el espacio donde se generan las identidades políticas y donde se deben gestar las principales luchas. En distintos países europeos esto ha supuesto que esos afectos y sentimientos han sido capturados por partidos de extrema derecha que los han articulado de una manera xenófoba y excluyente[3].

Se entiende que existe, desde la socialdemocracia, temor a las emociones en política que se vinculan asiduamente al fascismo y al recuerdo de los movimientos de masas de la época de entreguerras. Es preciso superar ese estigma emocional que lastra la comprensión de la política y que obstaculiza una intervención política eficaz y capaz en la actualidad favoreciendo así a otros movimientos reaccionarios.

Al mismo tiempo, se mira con desconfianza la construcción de un “pueblo” por razones similares. Se relaciona la construcción de un pueblo con una idea de homogeneidad y de rechazo de la particularidad donde toda diferenciación desaparece para crear un grupo totalmente homogéneo. Nada dista más de la realidad del pueblo que intenta construir el populismo, que lejos de definirse por su homogeneidad se define por la equivalencia establecida entre una multitud de demandas heterogéneas que mantienen su diferenciación interna a la vez que se identifican unas con otras en el rechazo de los poderosos. Es cierto que actualmente, por desgracia, existen discursos políticos que construyen ese pueblo de manera supremacista y racista, pero eso no quiere decir que la única forma posible de existencia de ese pueblo sea de ese modo esencialista y homogeneizador. Precisamente para evitar que ese pueblo sea construido de ese modo reaccionario debemos asumir esa tarea urgente y construirlo nosotros mismos de una manera diversa y que aglutine una pluralidad de demandas en torno a una voluntad democrática común.

Para finalizar Mouffe decide volver a enfrascarse en el improductivo debate sobre la necesidad de recuperar el significante de “populismo” y de volver a dotarlo de un sentido positivo. Además, pretende destacar el progresismo asociado a su posición política añadiéndole el apellido “de izquierdas”. De esta manera, el populismo volvería a recuperar su connotación progresista de la que ha sido despojado. Chantal insiste en esta idea que, mas allá de una operación necesaria, parece un tranquilizador de consciencias para despejar cualquier tipo de duda respecto a la orientación ideológica del populismo, lo cual no tiene demasiado sentido dado que el populismo no es una ideología, sino una manera de estructurar el campo político estableciendo una frontera entre un ‘nosotros’ y un ‘ellos’.

En resumen, este es un buen libro para personas de tendencia socialdemócrata que compartan un cierto malestar por la situación actual del progresismo, víctima de la derrota constante y de su injustificable impasibilidad, y quiera recuperar la iniciativa y volver a plantar cara a las injusticias de manera frontal. Es un buen libro para eso, puesto que además funciona como un tranquilizador de consciencias para los valientes que se atrevan a bajar del carro averiado de la socialdemocracia y comenzar a impregnarse de teoría populista. No deja de insistir en la base liberal y pluralista de su propuesta estratégica además de intentar despejar, una a una, todas las incógnitas y miedos que surgen entorno a ella. En cuanto al estudio de la teoría populista, este libro no propone nada novedoso, más bien es un compendio básico de las aproximaciones habituales con un recorrido histórico que las contextualiza. Sin embargo, creo que este libro tiene un valor considerable si pretendemos que el populismo vaya más allá de eternas (pero necesarias) discusiones teóricas y permita articular demandas y proponer horizontes de futuro posibles, tarea para la que, sin duda alguna, necesitaremos de todos los compañeros de viaje posibles. Socialdemócratas incluidos. Chantal quiere decir: si Corbyn puede, tú puedes.

 

 

[1] http://ctxt.es/es/20180425/Firmas/19194/chantal-mouffe-jeremy-corbyn-tranformacion-partido-laborista-nueva-hegemonia.htm

[2] https://www.theguardian.com/commentisfree/2018/sep/10/populists-rise-progressives-radical-right

[3] http://ctxt.es/es/20180822/Firmas/21286/jose-antonio-perez-tapias-populismo-idea-socialista-republicanismo.htm