Jesús Agui Fuentes
La clase baja y la clase alta cada vez están más alejadas. Eso parece claro. Pero, ¿Qué hay de la clase media? ¿Quiénes la forman? ¿Crece o disminuye? Y, ¿qué hay de la clase obrera? ¿Es solo un viejo concepto marxista? ¿Es la base de Podemos? Hemos perdido la conciencia de clase. O quizá nos lo hayan robado.
Si fuéramos por la calle preguntando a las personas que nos encontráramos por la clase social en la que se sitúan, la gran mayoría nos dirían que pertenecen a la mágica clase media. Afortunadamente no tenemos que salir a la calle a preguntar porque podemos utilizar los datos del CIS, donde encontramos cosas como que “los votantes de Podemos son trabajadores cualificados de clase media”. Pero lo más importante y lo que nos atañe, es que la inmensa mayoría de la población se considera clase media.
Antes de continuar hay que aclarar un concepto. La riqueza no la conforman las rentas, sino el patrimonio. Es el patrimonio lo que te permite mantener un grado de riqueza constante durante un periodo de tiempo que, si se gestiona con cabeza, puede durar toda la vida. Las rentas son tan volubles que un simple despido puede hacerlas desaparecer. Así encontramos que según el GWD-2014, el patrimonio global de los españoles era de 5,033 billones de dólares, aproximadamente 3,5 veces la suma de las rentas o el PIB de ese año. Así el patrimonio promedio sería de 107.817 $ por habitante (81.126 € al cambio de ese año). Podemos observar la gran diferencia entre patrimonio y renta y como efectivamente, ese es el grado indicador de riqueza.
Ahí es donde entra nuestra primera pregunta. ¿Qué concepto tenemos de la clase media? En este enlace podéis encontrar un documento donde consultar las cifras, además de un útil sistema para calcular a que clase social pertenecéis: http://goo.gl/QTGQV4.
No voy a entrar a valorar las cifras porque me interesa más el análisis sociológico y político que el económico, pero sí tomaré el siguiente cuadro, que me parece muy interesante. Como he dicho, si os interesan las cifras económicas, entrad en el enlace.
En el cuadro podemos ver una división de las clases sociales de acuerdo a los datos del patrimonio en España anteriormente mencionados. Destaca que el 70% (50% de la clase trabajadora y 20% del precariado) pertenecen, por situación económica, a lo que podríamos llamar “clase baja” u “obrera”, que es el término que emplearemos. Además, esta clase obrera solo representa el 22,2% del patrimonio, a pesar de que la forman el 70% de la población. Teniendo delante estos datos es imposible no preguntarse: Entonces, ¿por qué la mayoría de la población se considera clase media?
La primera respuesta es por un mero acto de desconocimiento. Tendemos a pensar en las clases como una representación de la renta que tenemos y no del patrimonio. Así, alguien que cobra, por ejemplo, más de dos mil euros al mes ya es considerado clase media. Pero también un ejecutivo que cobra cuatro mil o un dependiente de una tienda que cobra novecientos. El problema que nos encontramos es que hemos abierto tanto (o nos han hecho abrir, ya lo analizaremos más adelante) el círculo de la clase media que consideramos, o por lo menos la mayor parte de la población considera, que pertenece a ella cualquier persona que simplemente no pase necesidades a fin de mes. El concepto de clase obrera les suena a muchos como “eso que utilizan los comunistas para hablar de hacer la revolución”. Tristemente, si has hablado con alguien de diferente ideología sobre este tema, habrás oído cosas así. El concepto de “clase obrera” ha pasado a tener un significado más político que económico.
Quizá tú, que estás leyendo esto, estés pensado que esto es una tontería, que tú eres clase obrera y lo sabes. Pero tú tienes una cosa que se llama conciencia de clase, que analizaremos también más tarde.
La segunda respuesta, y desde luego la más interesante, es que nos consideramos clase media porque los que mandan quieren que nos consideremos clase media. Ni más ni menos. El motivo es bien sencillo: ejercer el control sobre la población de una manera mucho más simple.
Controlar a alguien que se siente clase media es muy sencillo. Solo tienes que convencerle de que su situación económica y social es buena (porque vaya, pertenece a la clase media, eso es muy positivo) e infundir un poco de miedo hacia cualquier rival político que no asegure esa posición privilegiada que se ha alcanzado en la sociedad. Y ya está. Los resultados se pueden apreciar claramente. Jubilados que votan al PP a pesar de que les reducen las pensiones y les privatizan la sanidad, obreros que votan a Ciudadanos porque “es que esos de Podemos no sé qué van a hacer y me dan miedo” y así todos los ejemplos que se os ocurran. Con un poco de ayuda de los medios ya tienes asegurada la continuidad de tu régimen.
A esto se refieren PP, PSOE y Ciudadanos cuando dicen que dirigen sus discursos y políticas a las clases medias. Han creado una conciencia de clase irreal, que es efectiva porque representa lo que a la gente le gustaría ser, pero no lo que es. Esto se ve muy claro en lo que en Estados Unidos llaman “el sueño americano”. Una idea de un futuro dorado, que justifica todos los esfuerzos realizados en el presente y que no te permite quejarte, porque al fin y al cabo de ti depende prosperar o no. Aquí sucede igual. Es muy difícil mantener que la clase obrera y la clase pudiente se encuentran en igualdad de condiciones para lograr “el sueño español”, pero disfrazando a la clase obrera de clase media se nos transmite una sensación de falsa igualdad (tan falsa que, por ejemplo, el aumento de las tasas universitarias ha hecho que muchos hijos de obreros hayan tenido que dejar de estudiar) a la vez que, inconscientemente, nos hacen estar satisfechos con nuestra situación social y temer que venga otro partido y nos la quite. Al fin y al cabo, ser parte de la clase media no está tan mal.
Pero han fallado en algo. Después de lograr lo más difícil, hacernos creer que por poder irnos una semana de vacaciones al pueblo somos clase media, han descuidado lo más importante; las políticas sociales. El concepto de clase media que nos habían implantado solo se mantenía a base de una inversión social elevada. Una sanidad y educación pública de calidad, un número alto de becas, subvenciones y demás, etc. Al seguir una política de recortes tan severa han abierto los ojos a muchas personas. Les han hecho darse cuenta que sin la ayuda de Papá Estado el liberalismo económico imperante les deja totalmente fuera de la lucha por prosperar. Que la igualdad de oportunidades que se habían esforzado por vender no era tal. Si a esto le sumas unos cuantos escándalos de corrupción y unas cuantas actitudes vergonzosas por parte del stablishment político y económico te queda algo como lo que se pudo ver en el 15M.
Ahora bien, que muchas personas hayan abierto los ojos ante la ilusión de la clase media no quiere decir que hayamos vuelto a resucitar la conciencia de clase. Ya es demasiado duro darse cuenta de que no perteneces a esa clase acomodada que puede lograr el sueño de labrarse una gran riqueza, pero de ahí a considerarse clase obrera hay un paso. Para considerarse clase obrera hay que comprender lo que es la clase obrera. Y no es tan fácil. Hay que realizar una labor de reeducación profunda (tan profunda que tiene que llegar al subconsciente) de que la clase obrera no es solamente la clase de los activistas políticos de izquierdas que van a manifestaciones y hacen huelgas (de ahí que tú, que estás leyendo esto, quizá si te consideres parte de ella).
De nuevo, no es casualidad que el concepto de clase obrera haya sido reducido a lo citado anteriormente. No es más que otro mecanismo de control. Marginando a los integrantes de esta clase consigues dos cosas. La primera, que la mayoría de la gente no se identifique con ella (gente de centro, ideológicamente hablando, o http://blogs.publico.es/dominiopublico/14323/si-eres-idiota/). La segunda, consecuencia de la primera, es que esa gente, al no considerarse parte de ese sector activista de izquierdas, pasa a considerarse, casi inconscientemente, miembro de la clase media, aunque su nivel de rentas y riqueza indiquen lo contrario, y así tienden a ver a los obreros (y por ende a cualquier partido que defienda sus intereses) como una amenaza a la próspera situación social que tanto les ha costado conseguir.
Y tras esto llega la pregunta del millón. ¿Qué puede hacer Podemos ante esa situación? Solo hay dos soluciones; orientar tu política a las clases medias o reeducar a toda la población para que se sitúe en la clase a la que en verdad pertenece.
La primera parece ser la más simple, pero a la vez la menos práctica. Dirigiendo tu política a las clases medias estás llegando a un número muy extenso de población (incluso a la gran mayoría) pero entras a jugar al tablero de los viejos partidos. Con sus normas y con sus armas. Ahí es muy complicado ganar. Además, si asumimos que el origen y la esencia de Podemos es el 15M, una política destinada a las clases medias lo suficientemente fuerte como para arrebatar la hegemonía a PP y PSOE significaría un giro a la derecha tan grande que probablemente la formación no lo soportaría. Decía Iñigo Errejón que esto de conquistar la hegemonía era como caminar por un sendero estrecho rodeado de dos barrancos. No puedes escorarte demasiado a ninguno de los dos lados porque si no acabas cayendo.
La segunda solución es la más útil pero a la vez la más complicada. Para convencer a la población de que pertenece a la clase obrera hay que convencerles primero de que no son clase media (algo que, afortunadamente ya han empezado a hacer los viejos partidos) y después hacer que abandonen el concepto de clase obrera que les han ido formando con los años.
Podemos ya ha comenzado a hacer algo parecido. Cuando se dice eso de que “no somos ni izquierdas ni de derechas, somos los de abajo y vamos a por los de arriba” no es más que una representación de esta idea. Una representación un poco light, para que nadie se escandalice, pero una representación al fin y al cabo. Es la lucha de clases adaptada a una sociedad que ha perdido la conciencia de clase. Desde luego, esto es mucho más sencillo que reeducar a la ciudadanía a cuatro meses de las elecciones generales. Ya habrá tiempo para eso. La revolución es un proceso lento, y tiene que hacerse bien y desde abajo.
Podemos sacar en claro que el papel de las clases medias será fundamental en las próximas elecciones. De su conquista depende gran parte del triunfo electoral. Nos esperan cuatro meses apasionantes en los que podremos comprobar si análisis como este se cumplen sobre el tablero y no solo sobre el papel. Será tiempo de qué estrategia sigue la vieja política y qué estrategia sigue Podemos para intentar asaltar los cielos. Nos esperan cuatro meses apasionantes, en los que todos somos fundamentales para el cambio. Disfrutémoslos.