House of Cards, realidad como suplemento de la ficción.

Por Albert Castañé

 

House of Cards es una serie norteamericana que muestra como un congresista (Kevin Spacey, actuando como Frank Underwood) maquina, conspira, asesina y hace diversas argucias junto a su mujer (Robin Wright, actuando como Claire Underwood) para llegar a la cima, a ser Presidente. Hasta ahí bien, un relato maquiavélico de un hombre que ansía el poder y hace todo lo necesario para conseguir sus objetivos: ya sea sobornar, apoyarse en empresarios, engañar, y que un vez ocupa el cargo en el Despacho Oval, hace lo mismo en la escena internacional, sea con Rusia o China. ¿Hasta ahí bien?

La serie muestra como funciona ‘el sistema’, es decir, es un sistema corrupto donde todo se mueve en base a inereses de tal o cual sector empresarial y donde el pueblo queda totalmente alejado de la realidad en la que vive, ya que se le engaña y manipula constantemente. Lo más terrible es que esa realidad es aceptada, como una especie de “bueno, es lo que tienen que hacer, todos son iguales”, y no como una dura crítica a la aparente democracia.

La trama consigue que uno vea al protagonista no como un enemigo, sino como “uno entre tantos”, pues al fin y al cabo todos van a hacer lo mismo, y al menos Kevin Spacey nos cae bien. Y yo también voy a reconocer que he deseado ver a Underwood en el poder, y que incluso llegó a caerme mal, por poner un ejemplo, la periodista que estaba desmontando su trama para llegar al poder (a la cual utilizará al principio y después matará). Pure Ideology. 

Los espectadores sabemos que esto es así, y que por lo tanto lo que vemos en la serie se ha de suponer que también sucede en las instituciones de los diversos países ‘democráticos’. Sin embargo, la crítica que se hace a la serie (Un breve resumen en Wikipedia)  es que muestra el individualismo y egoísmo de los seres humanos, la poca moral que tienen las instituciones, y como mucho, la falta de elementos progresistas en todo el relato.

¿Se podría esperar acaso algún elemento verdaderamente progresista en una serie de gran pantalla que pone al desnudo las instituciones que nos gobiernan? No, y lo más terrible es la fácil conclusión a la que se puede llegar: el poder puede tener sus trapos sucios y las manos manchadas de sangre, pero es lo que hay que hacer en momentos de “peligro”. El peligro, claro está, puede ser la crisis, los movimentos de masas, el terrorismo, el comunismo… y así sucesivamente en la historia. Lo que se extrae de la serie es que a pesar de lo terrible que sea el sistema y de lo malos que sean nuestros políticos, es mejor mantener eso antes que caer en “X” (cualquier alternativa real a lo existente y que se demoniza desde la ideología dominante).

La historia que muestra la realidad tal y como es en las (aparentes) democracias occidentales, se suma a todo ese conglomerado de elementos ideológicos aparentemente anti-sistema y que lo único que hacen es fortalecer el propio sistema, o bien porque la ficción que vivimos requiere de gestas heroicas contra algo que sabemos que es cierto, y con ello nos sentimos un poco mejor, o porque al ya tener tanta ideología ‘incrustada’ no vamos a cambiar de actitud ante lo que vemos.

Žižek habla de que Hollywood es muy consciente de las épocas en las que vivimos, y que esto se ve en las grandes películas que salen (Batman ‘The Dark Knight Rises’, Los Juegos del Hambre, Elysium, etc…). Vendría a ser algo así como la fórmula marxista “de las masas, a las masas”: vosotros os quejáis de la crisis, de lo mal que va todo, de las instituciones, nosotros lo reformulamos, y os entregamos una película reivindicativa con la que os sentiréis mejor y con la que no necesitaréis hacer nada. 

La serie es, entonces, uno de esos elementos de reivindicación que reviven con épocas convulsas (la serie está basada en otra serie británica de 1990) y que lo único que hacen es engañar a aquellos que no están contentos con las instituciones, como mucho, aliviarnos pues en todas partes hay la misma corrupción y hay que aceptarlo. 

No hay que olvidar que en el relato a nuestro protagonista le surge “un problema” con un movimiento sindical, y éste es visto como un elemento que bloquea el progreso de la historia, que bloquea al Presidente, y por eso, otra vez (como con la periodista) se le ve como algo tremendamente negativo y que hay que lidiar con él o eliminarlo.

Para acabar, hay que decir que yo he interpretado la serie como un elemento de crítica (a pesar de ser tan ideológico y tan propio de la ideología gobernante) a lo que tenemos hoy día en el mundo occidental, y he basado mi argumentación en que detrás de ese falso progresismo se encuentran muchísimos elementos reaccionarios. También es cierto que se podría interpretar como una serie descaradamente reaccionaria desde el principio, pero he preferido ceñirme a ese argumento que da Žižek sobre Hollywood.

No se debe olvidar lo que dijeron Marx y Engels sobre la ideología. Podemos encontrar cualquier elemento que esté impregnado de la ideología burguesa, incluso en las películas que precisamente aparentan ser más “neutrales” y que es normalmente donde más elementos reaccionarios se pueden encontrar. Es un imperativo combatir en todos los frentes ideológicos, destapar esa realidad manipulada en el cine, series, literatura, música y empezar a construir nuestra propia cultura, nuestro relato.

 

Publicado originalmente en https://apartamentorojo.wordpress.com/2016/03/12/house-of-cards-realidad-como-suplemento-de-la-ficcion-2/