Marta Echaves, Antonio Gómez Villar y María Ruido (eds.), Working Dead. Escenarios del postrabajo. Institut de Cultura, Centre Cultural La Virreina-Ajuntament de Barcelona, Barcelona, 2019. 413 pp.
Acaso el empleo hoy se caracterice por la ambigua condición de seguir caminando sin propósito alguno, sin ser siquiera conscientes de si ya pasó a otra vida que difícilmente puede llamarse mejor. Esta confusión e indefinición del presente se halla implícita ya en el juego de palabras propuesto en título, Working Dead.
Los procesos de cuestionamiento o impugnación de la injusticia no se resuelven en un único frente. La obra aquí comentada es un buen reflejo de que tales frentes tampoco son espacios completamente compactos y homogéneos: la teoría y el activismo social, el campo académico, las prácticas organizativas de resistencia y las políticas públicas de transformación cultural se hibridan para intentar comprender mejor en qué consisten unos “nuevos escenarios del postrabajo” a los que no podemos (ni debemos) acostumbrarnos. La centralidad del empleo en las sociedades en las que el trabajismo se ha convertido en coartada ideológica para la justificación de cualquier tipo de desmán aconseja pensar temas tristemente viejos (como la explotación, la desposesión, la desigualdad…) desde otras perspectivas. Sin duda, ello no supone abandonar como inservibles análisis previos, algunos incluso ya clásicos, pero tampoco la aplicación mecánica y grosera de ninguna suerte de escolástica sobre el particular. En este sentido, pensar hoy lo que de modo genérico llamamos “el mundo del trabajo” parece requerir también una reflexión metodológica. Este volumen es el resultado de un seminario celebrado en el Centro Cultural la Virreina en Barcelona en 2017. Lo primero que llama la atención es el modo en que se disponen los contenidos y la heterogeneidad de los perfiles invitados a participar en él. A mi modo de ver, estas decisiones de método son uno de los aspectos más destacables del proyecto de Working Dead. Escenarios del postrabajo, a partir del abordaje del empeoramiento de las condiciones laborales en relación con el resto de ámbitos de nuestra existencia. No en vano, esa aludida centralidad del empleo resulta fundamental en la conformación de la subjetividad contemporánea y en nuestra autopercepción como sujetos. De ahí también que sea tan importante la participación de colectivos que, por su carácter marginal o de extrema precariedad, suelen quedar conminados a permanecer invisibles o en silencio.
La centralidad del empleo en las sociedades en las que el trabajismo se ha convertido en coartada ideológica para la justificación de cualquier tipo de desmán aconseja pensar temas tristemente viejos (como la explotación, la desposesión, la desigualdad…) desde otras perspectivas.
En un conjunto que logra mantener la cohesión y puede leerse de continuo con bastante facilidad, nos encontramos intervenciones de figuras consagradas internacionalmente junto a otras con una apreciable trayectoria menos conocidas, investigadores y profesores pertenecientes a generaciones con los que la precariedad se está cebando, así como miembros de colectivos laborales cuyas luchas expresan contradicciones fundamentales del orden social vigente y respuestas posibles. De esta forma, siguiendo la introducción a cargo de las tres personas responsables de la iniciativa y una entrevista a Franco Berardi “Bifo”, nos encontramos con textos de Antonio Gómez Villar, Remedios Zafra, Guillermo Fernández Vázquez, Antón Fernández de Rota, Nick Srnicek y Alex Williams, Mark Fisher, Marta Echaves, Marina Vishmidt y María Ruido. Tras estos nombres, se transcriben los encuentros con representantes de trabajadoras sexuales, Kellys, empleados de Amazon, riders y de la SEAT.
La propuesta invita al replanteamiento de muchas cuestiones inscritas en lo que podríamos llamar el sentido común de nuestra época. Por ejemplo, la división entre trabajo material y trabajo inmaterial suele comprenderse, incluso por parte del cognitariado, como a costa de ignorar el factor material de todo trabajo, por invisible que éste sea. Como si se confundiesen proceso y resultado, como si cualquier individuo que trabajo no fuese, antes que nada, un cuerpo. Más aún: un cuerpo entre otros cuerpos, todos ellos sometidos a una vulnerabilidad insuperable, aunque no todos igual de protegidos a acompañados. Por eso, no es un dato menor de la vuelta de tuerca neoliberal la desagregación y atomización extrema desde la que cada individuo debe vérselas con el mundo y problemas que se confinan a lo propio.
No en vano, la experiencia humana del trabajo ha sufrido una transformación particularmente radical durante las últimas cuatro décadas. A la merma de condiciones laborales de carácter más objetivo, como salario, duración de contratos y organización horaria, se ha sumado la intervención neoliberal en la propia subjetividad individual de quienes tienen o aspiran a tener un empleo. Así, el capitalismo tardío ha podido acompasar los cambios en el conjunto de las relaciones laborales con una decidida intervención cultural en pos de la naturalización de un sistema en el que cada cual tiende a autoinculparse por su incapacidad para adaptarse a exigencias imposibles de cumplir. Todo esto, que podemos designar con el nombre de precarización, se ve complementado por la conclusión lógica de que, horadados los vínculos sociales y en un escenario donde lo importante es seguir adelante y sobrevivir –como en una ficción postapocalíptica–, el prójimo es más bien amenaza y competencia que posible ayuda o cuidado mutuo.
A la merma de condiciones laborales de carácter más objetivo, como salario, duración de contratos y organización horaria, se ha sumado la intervención neoliberal en la propia subjetividad individual de quienes tienen o aspiran a tener un empleo.
Este panorama general puede servirnos para transitar por las diversas escenas que plantea el libro. Por una parte, se persigue una suerte de rastro histórico sobre los procesos que nos han conducido hasta la situación presente a partir de preguntarse por la evolución misma de la reflexión teórica sobre el trabajo y la organización obrera en este período. Cómo se conjugan lo viejo y lo nuevo, cómo hacerse cargo de toda este bagaje de un modo útil y esperanzador para el presente, son ejes que atraviesan de modo muy marcado la conversación con Bifo y las contribuciones de Antonio Gómez Villar y Antón Fernández de Rota, pero también los testimonios de los trabajadores de la histórica factoría SEAT de Martorell. Todas estas voces nos recuerdan que las respuestas de las clases populares ante la explotación no cabe darlas por supuestas y que admiten declinaciones muy diversas. Así, por ejemplo, las páginas de Guillermo Fernández Vázquez presentan una reconstrucción histórica y discursiva muy precisa de las estrategias con que la extrema derecha francesa ha crecido politizando de modo reactivo todo ese malestar que relacionamos con lo laboral.
Por su parte, los capítulos de Remedios Zafra y el desaparecido Mark Fisher son reelaboración y reedición respectivamente de capítulos de El entusiasmo y Realismo capitalista. Ambos, se detienen en el análisis de la deriva patológica y sufriente de nuestras respuestas individuales frente a las exigencias insaciables del productivismo capitalista. Para ello, expectativa y culpa son dos ejes clave. Sin duda, la dimensión social del dolor y el malestar son temas que van atravesando todo el libro. Marta Echaves lo acomete mediante un ensayo en torno a la juventud y el ocio, particularmente el consumo de drogas recreativas, como una especie de reverso de las relaciones laborales en estas últimas décadas. Su interés por las formas de representación de esa realidad y su evolución es afín a la propuesta de María Ruido. En ella, a través de tres fotografías correspondientes a distintos momentos del último medio siglo, da cuenta de múltiples implicaciones de las relaciones entre el sistema salarial y la organización sexual del trabajo operadas en el seno del capitalismo. A su vez, también el capítulo de Marina Vishmidt desarrolla una perspectiva de género en su abordaje de la cuestión, que en este caso se centra en los modos de articulación de una respuesta colectiva. Aquí, la Huelga Internacional de las Mujeres del 8 de marzo como fenómeno feminista global es examinada como ocasión donde la cuestión política del género se entrevera con el conjunto de luchas laborales de nuestra época. La pertinencia de este tipo de articulaciones creo que puede entenderse muy bien en el seminario con el colectivo de trabajadoras sexuales AFEMTRAS y las Kellys.
Sin duda, uno de los factores centrales de la nueva sociedad del postrabajo tiene que ver con la innovación tecnológica. La automatización de tareas ha modificado tanto lo que hacemos como el modo en que lo hacemos, y las relaciones laborales no parecen querer disponerse en trasladar las ventajas productivas de la tecnología a quienes más directamente se relacionan con ellas. Nick Srnicek y Alex Williams plantean la cuestión del temor a la sustitución por robots y distinguen el contexto actual de momentos históricos previos en los que también tuvo lugar la ansiedad ante la automatización. Al hablar sobre el futuro, alertan sobre ciertas mistificaciones ideológicas, pero también sobre los pronósticos precipitados. Cabría interrogarse, más bien, sobre qué tipo de empleo es el que preferimos que nos quiten, cómo reorganizar nuestra carga laboral y desplegar programas como la renta básica universal. Cuestiones de este tipo tienen un correlato visible en toda la constelación de anomalías y abusos que el llamado “capitalismo de plataforma” está produciendo. De ahí también el interés que tiene el relato de los trabajadores de Amazon y la cooperativa de riders La Pájara: no sólo por el testimonio de las injusticias sufridas, sino también de resistencia ante ellas.
Podemos pensar los escenarios del postrabajo como espacios cuya significatividad excede lo meramente laboral y se extiende a ámbitos centrales de la experiencia del sujeto contemporáneo.
En suma, en Working Dead se ofrecen importantes claves para comprender los modos en que se articulan e interrelacionan procesos de subjetivación con otros cambios de índole social, cultural y tecnológica relativos al trabajo. Lejos de tentaciones de atomización o ilusiones de reducción, el conjunto de intervenciones permite abordar la complejidad de estos escenarios más allá de la economía política. De alguna manera, se trataría no sólo de comprender los efectos, modalidades, razones y discursos legitimadores de una serie de transformaciones profundas en nuestras formas de producción económica. Lo que se nos muestra aquí es la necesidad de comprender todo esto en lo que va más allá de la producción económica, justo cuando la vida parece confinarse en los criterios de maximización del beneficio. En otras palabras, podemos pensar los escenarios del postrabajo como espacios cuya significatividad excede lo meramente laboral y se extiende a ámbitos centrales de la experiencia del sujeto contemporáneo, cuya comprensión, a la postre, resulta fundamental para cualquier política en clave emancipadora.