Por Manuel Romero y Iago Moreno

Hace sólo 2 años hubiera sido difícil de imaginar que un sector tan importante de la izquierda no peronista pudiera concurrir a unas elecciones de la mano de Cristina Fernández de Kirchner y el resto de sectores del peronismo. Durante la “era K”, el soberanismo conducía el movimiento popular por sí y “contra la izquierda” realmente existente, fundamentalmente encarnada en los movimientos trotskistas que, como en el resto de América latina, siempre se han esforzado en buscar excusas para bloquear e incendiar cualquier oportunidad de cambio social y acusar al gobierno transformador de los K de ser “igual que los que vinieron antes”. Hoy, 4 años después de la derrota en las urnas del “peronismo light” sobre el que venció Macri y 1 mes después de la “vuelta para ser mejores” del Frente de Todos (el post-/neo-peronismo de la fórmula Fernandez-Fernandez), la intrincada relación entre el peronismo y la izquierda es distinta; y en gran medida, gracias a Itai Hagman. Hace 2 años, junto al intelectual Ulisses Bossia, publicó “La Izquierda y Nacionalismo Popular”; un cuaderno de reflexiones en el que presentaba su propia cascada de argumentos en favor de la unidad de la izquierda soberanista (con sensibilidades e identificaciones ajenas a las del populismo; entusiasta de la experiencia chavista, seguidora encendida del proceso de cambio en España) y el resto del movimiento popular (que se extiende desde la militancia “dura”, cristiana y peronista en los barrios populares (como el Movimiento Evita) al peronismo centrista y consensualista (como el de Sergio Massa).

La entrevista que hoy publicamos fue realizada dos semanas y media antes de la inminente victoria del “dúo de la victoria” en su cuartel de campaña. Itai, cercano y feliz, recibió a nuestros compañeros y se mostró dispuesto a abordar algunos de los temas más importantes de los debates que vienen. ¿Une al “Frente de Todos” algo más que el rechazo a Macri? ¿Que tipo de ataques depararán al nuevo gobierno peronista y la economía argentina? ¿Cual ha de ser el futuro de la “nueva izquierda” argentina?


La Trivial – Tras los resultados de las primarias de agosto, parece que la fórmula Fernández-Fernández da un vuelco a la elección de 180º y en las PASO se obtiene una diferencia de más de 10 puntos por arriba. ¿Cómo se podría explicar esta victoria abrumadora? ¿Cuál es el papel que tiene esta nueva fórmula en la que Cristina Fernández decide dar un paso atrás y concederle el puesto a Alberto Fernández? 

Itai Hagman – Efectivamente, los resultados sorprendieron y abren un montón de interrogantes sobre distintos temas. 

Una de las dudas que teníamos nosotros cuando ganó Macri era una discusión sobre la naturaleza del PRO y del macrismo, que era bastante paradójica para nosotros. Fué incluso discutida mirando en el espejo de las nuevas izquierdas europeas, porque efectivamente una de las innovaciones que tenía el macrismo era la articulación de un discurso novedoso, de un discurso muy del siglo XXI, incluso con ribetes similares a los que representaban estos nuevos fenómenos políticos europeos antiestablishment, desde cuestiones menores pero simbólicas, como el canto de “Si Se Puede”, que acá es de la derecha, hasta la incorporación de las nuevas tecnologías.

El PRO era lo más parecido en Argentina a una máquina de guerra electoral eficiente y que eso aparezca por la derecha era todo un dilema para nosotros. La duda que teníamos era en qué medidas era posible conciliar esa eficiencia electoral con una política de ajuste, con una política que generó destrucción de empleo, aumento de la pobreza, caída de los salarios… Es decir, en qué medida la máquina electoral eficiente podía autonomizarse del todo, independizarse absolutamente del empeoramiento de las condiciones de vida que generó el macrismo.

Cuando Macri gana las elecciones legislativas, en el 2017, a pesar del daño que había provocado su gobierno, esta idea de suponer que un gobierno que le empeora las condiciones de vida a la gente necesariamente va a ser castigado electoralmente no se valida. Entonces uno decía: “bueno no, no alcanza solamente con hablar con la gente y contarle lo que está pasando: que vive peor que antes, que su salario cayó, que tiene menos derechos, para que solamente con ese discurso exista un voto de castigo al gobierno”. 

Creo que nuestra dificultad para advertir que este 2019 las cosas iban a ser muy distintas, que el gobierno no iba a poder hacer lo que hizo en el 2017, de alguna manera tenía que ver con la duda sobre si era posible que un gobierno a la hora de revalidar su mandato en una elección, después del daño que provocó en Argentina, solamente con esa maquinaria electoral podría ser exitoso. Ahí la respuesta clara es que no. 

Si el Frente de Todos no hubiera sido capaz de generar esa esperanza y esa ilusión en la mitad del pueblo argentino podría haber habido otra salida a esta crisis.

Una lectura podría ser que el ataque al bolsillo generó esa reacción de la sociedad contra el gobierno. Sin embargo, un dato que a mi me llama la atención, y a partir del cual hago una lectura diferente a esta, es que en realidad si vos mirás la cantidad de votos que sacó Macri en las PASO, son las mismas que sacó hace 4 años atrás. Hay un debate, distintas posibilidades de verlo. Yo creo que el hecho determinantes de esta elección no fue el voto castigo a Macri, sino la construcción novedosa del Frente de Todos, la esperanza que ese frente logró generar en la sociedad argentina, y que eso es lo que explica el resultado electoral. Quiero decir, si no hubiera sido esa construcción política, el Frente de Todos, Macri hubiera sacado la misma cantidad de votos, y si eso hubiera estado fragmentado no necesariamente estaríamos en esta situación en la que estamos, en lo que parece casi un triunfo irreversible.

Si el Frente de Todos no hubiera sido capaz de generar esa esperanza y esa ilusión en la mitad del pueblo argentino podría haber habido otra salida a esta crisis, que aparecieron incluso desde el propio gobierno y desde sectores de la oposición, salidas más a la Bolsonaro. Cuando la gente está angustiada y vota angustiada, compra ese discurso que el propio gobierno trata de hacer hoy: transformar la frustración por la crisis económica en una suerte de construcción de chivos expiatorios hacia abajo, en ese populismo reaccionario, de derechas, que es poner como causa de los males el que está más abajo en la escala.

El mérito del Frente de Todos fue una construcción que logró unificar a casi toda la oposición, y la construcción de una esperanza que permitió que la salida de esta crisis, en lugar de ser por la vía reaccionaria, sea por la vía de un frente amplio y plural centrado en el peronismo, pero más amplio incluso, que permita generar la expectativa en la sociedad de que se puede salir de esta crisis con otras políticas de más protección social, más protección industrial, de menor sometimiento a los dictados del Fondo Monetario Internacional, es decir, hay un mérito que es esencialmente político. 

 

La Trivial – La segunda pregunta de este bloque tiene que ver con la trayectoria que ha ido siguiendo el espacio de Patria Grande durante los dos últimos años. Patria Grande representó, además de la expresión política del movimiento que crece en las universidades, también un bloque político que, por un lado, se identificaba con los procesos de cambio de toda la región, pero no se acababa de sentir enteramente representado con la experiencia de kirchnerismo. Sin embargo, cuando llega el momento de compartir oposición junto al peronismo y el kirchnerismo al gobierno de Mauricio Macri, abrís una nueva etapa de reflexión en la que consideráis que, en vez de estar en las lindes abrazados a una suerte de pureza revolucionaria que solo exista en la palabra, vuestro lugar debería estar acompañando esa vehiculación de un gobierno popular pero progresista, soberanista pero social. Nos gustaría que explicaras un poco cómo surge este debate, cómo se desarrolló y, sobre todo, que síntesis habéis sacado. 

I.H. – Es un debate que todavía está abierto. 

Primero hay una experiencia previa a la identificación con los procesos latinoamericanos, que es la experiencia en la cual empezó a militar mi generación, que es el contexto de Argentina en el año 2001. Fue el momento de esa rebelión popular que marcó un límite al neoliberalismo en Argentina, que estaba imbuida de una estrategia que tenía que ver con las lecturas posmodernas o autonomistas, es decir: la idea del abandono de la disputa del poder (cambiar el mundo sin tomar el poder), la construcción local como contrapuesta a las grandes disputas del poder, los microrrelatos versus la disputa por los grandes relatos nacionales… El fin de la historia en su versión de izquierdas. Nosotros veníamos de esa matriz, era el contexto de la época. 

El primer cambio fue de esas posiciones a la identificación con los gobiernos latinoamericanos populares que aparecieron durante los primeros años del 2000, particularmente con Venezuela, pero también con Bolivia, etc. Eso es ya un proceso de reflexión en el cual aparece que, claramente, la disputa del poder sigue siendo el elemento central de la construcción política y del Estado. El segundo momento tiene que ver con el acercamiento a lo que representa el kirchnerismo, donde aparecen otros núcleos de debate que tienen que ver también con la particular tradición del peronismo en Argentina.

Como pasa muchas veces en la historia, los debates se saldan más por el accionar del enemigo que por el desarrollo del debate en el campo propio. Nosotros seguimos la línea de interpretación sobre el peronismo y el kirchnerismo, presente en distintos trabajos que salieron últimamente, de que la identidad política más intensa en la historia argentina, más perdurable, no es el peronismo, sino el antiperonismo. Es una identidad, un sentido de pertenencia de un sector de la población aún más intenso que el sentido de pertenencia del peronismo, y el macrismo es su expresión más nítida. Muy poca gente se autodefine así misma como macrista, como sí pasa con el kirchnerismo o el peronismo, lo que une a ese sector de la sociedad es el odio y el rechazo a lo que históricamente ha representado el peronismo en Argentina, y lo que hoy representa Cristina. 

La identidad política más intensa en la historia argentina, más perdurable, no es el peronismo, sino el antiperonismo.

No solamente es una identidad más intensa que el peronismo, sino que es previa (acá una pequeña digresión histórica). Siempre se dice que la fecha fundacional del peronismo es el famoso 17 de octubre de 1945, cuando la gente sale a la plaza de mayo a pedir la libertad de Perón. Sin embargo, y esto está presente en un libro de Alejandro Grimson que se llama “¿Qué es el peronismo?”, ahí nació el peronismo, pero… ¿Cuándo nació el antiperonismo? Se fecha en septiembre [de 1945], un mes antes del 17 de octubre, cuando empieza la ofensiva de los sectores dominantes en Argentina contra Perón. Comenzó un tiempo antes, con la publicación del Manifiesto de las Fuerzas Vivas, un documento de las principales cámaras empresarias de Argentina que señalaba a Perón como el enemigo principal de sus intereses. Ellos señalaron a su enemigo.

Siempre se dice que la construcción populista implica instalarse en unas fronteras, pues bueno, fueron los de arriba los que establecen esa frontera y señalan a su enemigo, son los que empiezan la ofensiva contra Perón que lo va a llevar a la cárcel. Frente a lo cual, el pueblo argentino, la clase trabajadora en particular, sale a la calle y protagoniza el 17 de octubre. Más que pensar al antiperonismo como una reacción de un sector de la sociedad a los avances del campo nacional-popular, se puede pensar al peronismo como una reacción defensiva de la clase trabajadora contra la ofensiva de las clases dominantes. 

Cuando uno va al kirchnerismo puede ver exactamente lo mismo, es llamativo. ¿Cuándo nace la identidad kirchnerista tal cual hoy la conocemos? Se pone como fecha la muerte de Néstor [27 de octubre de 2010]. Sin embargo, el antikirchnerismo tiene como fecha inevitable el inicio de un lock out patronal agropecuario, lo que se llamó el conflicto del campo, cuando los grandes propietarios de tierra en Argentina salen a las calles contra una medida de aumento impositivo que establece el gobierno. Entonces también el antikirchnerismo, ese odio que representa la figura de Cristina, es previo a esa construcción identitaria que hoy vemos tan fuerte, que tiene el pueblo argentino con Cristina. Nosotros venimos trabajando esa línea de interpretación. 

Identifican en Cristina su principal contrapunto, y eso nos va acercando más a ella. Cuanto más la persiguen, más empezamos a identificarnos.

Después de 2015 se intentó hacer en Argentina lo mismo que se hizo en Brasil con Lula, un intento que ha sido parcialmente exitoso, porque cuando Cristina tiene que dar un paso al costado y no ser candidata a presidenta, uno lo puede leer como una genialidad política, pero también hay que reconocer que la lectura que Cristina hace, que la lleva a tomar esa decisión, es la de la imposibilidad de construir un marco de gobernabilidad con ella a la cabeza, es en parte un triunfo de los sectores dominantes. Esa demonización, efectivamente, en parte fue lograda. Cuando uno ve lo que pasa con 2015, ve que esa construcción de la división, acá le dicen “la grieta”, es una construcción fundamentalmente de las clases dominantes.

Para nosotros el acercamiento a Cristina lo explicamos también como un proceso natural, o por lo menos coherente, en la medida en que las clases dominantes, de la misma manera que hicieron con Perón hace 60 años, identifican en Cristina su principal contrapunto, y eso nos va acercando más a ella. Cuanto más la persiguen, más empezamos a identificarnos. También pensamos que cuanto más la persiguen más se funde ese lazo mítico que a día de hoy tiene con Argentina. Desde nuestro punto de vista, ese lazo se consolidó en estos años de macrismo. A nosotros nos acerca a Cristina también el hecho de que ella decide, valientemente, ponerse al frente de la oposición a Macri y no irse a cuidar a los nietos, como se decía en el 2015. 

Entonces, así llegamos nosotros hasta ese momento, a ser parte de ese frente en el cual confluyen un montón de sectores muy amplios con intereses hasta contradictorios, pero donde el liderazgo popular de Cristina sigue siendo el eje rector. Incluso sin ser candidata a presidenta, el liderazgo popular que ella tiene se expresa cada vez que presenta su libro y recibe el cariño de la gente, lo cual nos habla de que ese liderazgo popular tiene vitalidad incluso ya no siendo la número uno en la lista y, por tanto, en el dispositivo de poder que se va a presentar al próximo gobierno. 

 

La Trivial – Ahora que todo apunta a que va a haber una victoria sin balotaje para la candidatura del Frente de Todos, en la siguiente pregunta desarrollaremos un poco más lo que supondrá eso para el futuro. ¿Cómo se piensa esa victoria para el futuro de la región? Es decir, recuperando esa cita de Marx que hacéis vosotros en vuestro libro que dice que “las revoluciones son en su forma nacionales pero internacionales en su contenido”, ¿Se piensa el futuro de América Latina como la renovación de otra década ganada o hay unas expectativas mucho menores que eso?

R: Creo que el triunfo del Frente de Todos en la Argentina, si se confirma el 27 de octubre, marca un punto de inflexión importante en América Latina. En primer lugar, porque Macri era una de las apuestas más importantes en geopolítica del establishment internacional y de EEUU en América Latina. Es decir, el éxito de Macri era muy importante para la ofensiva conservadora en América Latina. De hecho, solo eso explica por qué, frente a su caída en desgracia, el FMI aprueba el acuerdo más grande de su historia, de 57.000 millones de dólares, con el único objetivo que Mauricio Macri pueda llegar con chances a reelegirse en el poder en estas elecciones. Solo eso explica el apoyo del FMI a la Argentina.

La importancia geopolítica que tenía Macri para la estrategia de restauración conservadora en el continente. Además, después del triunfo de Macri, se dió el impeachment a Dilma en Brasil, las elecciones, el encarcelamiento a Lula y el triunfo de Bolsonaro. Es decir, el triunfo de Macri alentó la restauración conservadora en el resto de América Latina. Naturalmente, solo por eso, su derrota y el triunfo del Frente de Todos, ya es un elemento importante en relación al debate sobre si había fin de ciclo de la oleada popular latinoamericana o si había un momento de impasse e incluso de retroceso, pero se podía seguir pensando en avances. 

Yo creo que el triunfo del Frente de Todos en Argentina le va a dar mucho oxígeno a Bolivia, a Uruguay, y también a Brasil. Creo que la situación de Bolsonaro se va a seguir deteriorando, y también Bolsonaro jugó muy abiertamente por la reelección de Macri, incluso violando ese principio de no intervención en los Estados. Porque una cosa es que tenga muy buen relación con Macri, y otra cosa es que haga campaña por Macri abiertamente como si fuera un candidato de la Argentina. Y a eso se le agrega lo de Mexico, que es una novedad respecto al ciclo latinoamericano anterior, con un gobierno progresista en México.

Hoy es imposible pensar el desarrollo de un país, en este mundo global, sin un bloque regional.

Entonces, en ese sentido, desde el punto de vista político, yo creo en la posibilidad de retomar el camino trunco de la integración latinoamericana. Trunco porque durante los gobiernos populares del ciclo anterior hubo muchos avances en términos de integración política, pero no tanto en términos de integración económica, lo cual fue un problema, una debilidad de esos procesos. Hoy es imposible pensar el desarrollo de un país, en este mundo global, sin un bloque regional. Entonces, el triunfo del Frente de Todos puede abrir ese camino, de retomar ese proceso, pero en un contexto global más complejo. 

Durante los gobierno populares latinoamericanos tuvimos lo que se llamó el boom de las commodities, el viento de cola como se le decía acá, que era, básicamente, los altos precios de los productos exportables, que generaban muchas divisas, y que los gobiernos populares latinoamericanos pudieron usar, mejor o peor, para tratar de industrializar la región y mejorar la distribución de los ingresos. No parece ser el contexto de los próximos 10 años. Es imposible saberlo porque los economistas nos la pasamos haciendo pronósticos y después explicando por qué no se cumplen, entonces ningún pronóstico hay que tomarlo demasiado en serio. Pero con los datos de hoy, uno se imagina la próxima década, desde el punto de vista de la economía mundial, más bien tendiente al estancamiento o al crecimiento muy bajo.

No es el mismo contexto de la primera década del siglo XXI. Con lo cual, vamos a tener más dificultades, o, por lo menos, no vamos a tener tanta facilidad como hubo durante la primera década para tener una dinámica económica virtuosa, de alto crecimiento, etc. A lo mejor, las mayores restricciones que vamos a tener por el contexto global obligan a los gobiernos latinoamericanos que quieran avanzar en un camino diferente al que propone el neoliberalismo a, justamente por tener menos recursos o contextos menos favorables, tomar más medidas que tiendan a transformar la estructura productiva latinoamericana. A lo mejor la integración latinoamericana en términos económicos se vuelve más necesaria, justamente por la mayor restricción, que lo que se hizo en el contexto anterior. Pero el contexto es más desfavorable, creo yo.

 

La Trivial – La victoria de Alberto se expresa políticamente durante la campaña como la necesidad de poner orden o “poner de pie a la Argentina”. Tras ello, aparte de un mensaje de campaña claro, lo que hay también es una hipótesis política que el peronismo lleva arrastrando durante décadas cuya idea central es que en momentos de emergencia social, cuando existe un movimiento como el peronismo que es capaz de articular voluntades que parten de diferentes posiciones de sujeto en la estructura de clases del sistema capitalista argentino, se puede llegar a crear una alianza virtuosa que una a trabajadores, pequeños y medianos empresarios o, incluso, a algunos grandes poderes económicos del país, para poder superar la crisis. Frente a esto hay una hipótesis, que suele venir de la izquierda anti-peronista, pero no solo, que señala que cualquier intento de reemancipación, de retorno al proceso de cambio en Argentina, será castigado violentamente para que no desborde en países vecinos, para que no reviva el ciclo de cambio político que inauguró Chávez. Y que, por lo tanto, en lo que se manifestaría el gobierno de Alberto sería en un ciclo de presiones inflacionarias articuladas desde fuera, como el caso de DolarToday con Venezuela, paros patronales, intentos de sembrar violencia opositora, cercos económicos que impidan un abastecimiento normal de productos mínimos, etc. ¿Como economista político y futuro diputado, cual es tu opinión al respecto?

I.H. – Mira, por supuesto que para juzgar hay que dejar que pase tiempo, pero la intención del Frente de Todos y de Alberto Fernández es generar un gran consenso, que reúna desde los sectores populares hasta un sector importante del poder económico en la Argentina, no solamente los pequeños, sino también algunos de los grandes. Si se quiere, similar a la alianza de clases que se había formado luego de la crisis de 2001 y que, de alguna manera, representó el propio Néstor en el 2003. En ese primer momento del kirchnerismo, donde había más armonía entre sectores con intereses obviamente contradictorios, pero con intereses en común. 

¿Quién queda excluido de ese consenso? Bueno, justamente el sector que representaba más nítidamente Macri, que es el capital financiero internacional, cuya expresión en Argentina tiene que ver con aquellos sectores cuyos intereses están más atados al rendimiento y ganancias en dólares, en moneda extranjera: los bancos, las energéticas, algunos sectores exportadores y algunos sectores de servicios. Por eso, Alberto Fernández, recurrentemente, en sus intervenciones establece una polarización con los bancos. Lo habrán escuchado decir frases como: “si yo tengo que elegir entre los jubilados y los bancos, elijo a los jubilados”; “si tengo que elegir entre los trabajadores y los bancos, elijo a los trabajadores”. Está construyendo esa delimitación de quien queda fuera de este consenso. La pregunta es si puede funcionar o no. Yo creo que, en el largo plazo, no puede funcionar, o difícilmente puede funcionar, lo cual no significa que no funcione durante un periodo. De hecho, durante el primer kirchnerismo funcionó, por lo menos durante 4 o 5 años. 

¿Qué condiciones se requieren para que eso funcione? Primero se requiere una capacidad de articulación por parte del poder político, de intereses contrapuestos con un nivel de armonía, que es lo que Alberto hoy llama “el acuerdo de salarios y precios”, el pacto social. En otro momento de la historia argentina se intentó, y no se logró, fracasó. Generalmente cuando fracasan, esos pactos no los rompen los trabajadores y los sectores populares, sino que los rompen los sectores dominantes. La experiencia histórica más renombrada es la del año 73, fruto del pacto social que hace Perón, y que después se rompe con lo que llamamos “el rodrigazo”, que fue una mega devaluación de la moneda en el año 75. Pero desde el primer kirchnerismo funcionó, hasta que vino el conflicto del campo, ahí empezó un periodo de más tensión. La pregunta es: ¿cuánto tiempo puede funcionar? ¿qué intereses en común hay?

El proyecto neoliberal de Macri no solamente perjudicó a los sectores populares, a los trabajadores, a los pequeños productores, a los comerciantes, a la clase media, sino incluso también generó perjuicios en algunos sectores del poder económico más concentrado. Es decir, hay grandes empresas en Argentina que perdieron plata y que entraron en crisis con las políticas de Macri. A eso hay que agregarle la restricción externa de esta situación, que es el acuerdo con el FMI y el peso de la deuda externa, que va a ser una restricción muy fuerte para que la Argentina rápidamente pueda retomar un camino de crecimiento. Entonces, sobre lo que va a pasar y sobre el pronóstico de lo que va a pasar, mantengo mis reservas porque, honestamente, no me atrevo a pronosticar cuánto puede durar. 

El proyecto neoliberal de Macri no solamente perjudicó a los sectores populares […] sino incluso también generó perjuicios en algunos sectores del poder económico más concentrado.

Lo que sí puedo decir es lo que vamos a hacer nosotros en ese marco, cual es nuestro rol en ese marco. Nuestro rol en ese marco es pelear para que los intereses de los sectores populares no queden relegados de ese consenso. Cuando nuestro compañero Juan Grabois dice recurrentemente la importancia de la agenda “tierra, techo y trabajo”, que es la agenda de los movimientos sociales más humildes, más castigados y más excluidos, está peleando para que, dentro de ese consenso, esa agenda no quede excluida.

Dentro de ese consenso cada sector viene con su agenda. Por ejemplo, los grupos económicos vienen con su agenda, que es menos impuestos, mayor flexibilización laboral, menores costos laborales, menor tasa de interés, que es donde podemos estar de acuerdo, y menor inflación. Es decir, ellos vienen con sus demandas. Los sectores populares, los trabajadores, vienen con las suyas: recomposición del salario, en el caso de los sectores más excluidos programa “tierra, techo y trabajo”, acceso a la tierra, urbanización de los barrios precarios y reconocimiento del sector de la economía popular. Entonces, es como si estuviéramos en una asamblea permanente, en la cual tenemos que estar todo el tiempo defendiendo los intereses de los sectores a los cuales aspiramos representar. 

Si logramos que ese consenso funcione creo que se pueden venir unos años que van a ser de recomposición. Lo cual no significa que, en última instancia, esas contradicciones existentes dentro del bloque de alianzas amplio que representa el Frente de Todos, no existan, y que, en determinado momento, como pasó durante el kirchnerismo, el gobierno tenga que optar. Uno puede tratar de satisfacer las distintas demandas, incluso contrapuestas, durante un tiempo, pero no para siempre. Entonces, durante el kirchnerismo sucedió, y de hecho el gobierno de Cristina, y por eso Cristina se convirtió en un liderazgo nacional-popular, optó claramente por los sectores populares. Cuando los sectores del poder económico le plantearon a Cristina el desafío, primero con el conflicto del campo y con los distintos conflictos, Cristina, en lugar de ceder a sus presiones, reafirmó su alianza con los sectores populares.

¿Va a hacer eso Alberto cuando le pase? Creo que más que depender de la persona, de lo que él quiera, va a depender de la correlación de fuerzas que podamos construir. Y en esa correlación de fuerzas es muy importante el rol de Cristina, es muy importante el rol del Congreso, de los que vamos a ser diputados, que vamos a ser una parte importante del Frente de Todos, y es muy importante, lógicamente, el rol de los movimiento sociales y de las organizaciones que van a seguir movilizadas y peleando en la calle. Cuanto la balanza se va a mover en la dirección de estos intereses, y cuanto en los intereses opuestos, va a depender de esa correlación de fuerzas, no tanto de la voluntad o las intenciones que tenga en la cabeza el presidente de turno que, por otra parte, es imposible conocerlas. Si construimos la correlación de fuerzas seguramente vamos a lograr que ese gobierno popular no termine en una frustración, que es a lo que aspiramos.

 

P: Siempre nos gusta añadir, al final de la entrevista, si podrías regalarnos la recomendación de un libro, una película, un ensayo y una canción para la juventud militante.

Itai: Que difícil… Acá tenemos un personaje que se llama Wos, que ahora estaba creciendo mucho, que sacó un tema que se llama “Canguro”, que me gusta bastante, así que voy a recomendar esa canción. De ensayo puedo recomendar el libro que cité en la entrevista, el de Grimson. Para un público incluso no argentino puede ser útil, así que podría recomendar ese. Hay otro libro que me gusta mucho, que también trabaja temas parecidos al nuestro, que es un libro de un autor que se llama Carlos Altamirano, que se llama “Peronismo y cultura de izquierdas”. Son ensayos muy interesantes para pensar esa relación entre la izquierda y lo nacional-popular, asociados a la experiencia argentina del peronismo, que no es replicable mecánicamente en otras latitudes, pero que puede ser interesante. ¿Puedo recomendar una serie?… Ahora estoy viendo “El Cuento de La Criada”, aún no la terminé, así que no estoy seguro de recomendarla por si me defrauda el final, pero que sean los lectores los que decidan.