Por Lucía Cobos
La convocatoria de las elecciones generales, marcadas por una gran incertidumbre que conlleva preocupaciones particulares entre la ciudadanía, parece haber ocupado gran parte del espacio político. Por ello, desde este artículo la intención no es tanto desechar la importancia obvia de esta convocatoria como poner encima de la mesa que hay otros partidos que son necesarios ganar y de los que debemos hacernos cargo.
En este sentido, se observa un discurso ampliamente aceptado sobre que los comicios autonómicos y municipales tienen una importancia menor, que lo que realmente cambia las condiciones de vida materiales tiene que ver con la escala nacional. Desde aquí lo que se defiende es que lo local también importa, y que las escalas no son compartimentos separados que dan cuenta de lógicas autónomas, sino que, por el contrario, las escalas se interrelacionan y muestran la potencialidad de afectar y ser afectadas por escalas superiores o inferiores.
Por ello, abordar lo municipal y autonómico como elemento fundamental en la disputa por la hegemonía se muestra una labor necesaria, y los efectos de infra considerar estos comicios, un error estratégico con consecuencias concretas.
En defensa de lo local
El acercamiento a la cuestión de escalas que se plantea en este artículo obliga a hacer algunas precisiones de las que se parten para poder mirar el objeto de estudio más de cerca, con una consistencia teórica que permita desgranar la complejidad de cualquier fenómeno político.
En primer lugar, cabe hacer la apreciación de que el espacio es político y la política está situada, de modo que no habitamos un vacío objetivo, sino que los lugares, las ciudades y los barrios, como indica Massey son producto de la interacción que permite la coexistencia de diferentes relatos y la posibilidad de incorporar elementos nuevos. El espacio no es solo una cuestión tangible, en palabras de la autora: “no es una superficie” (Massey, [1999]2012: 173), sino que constituye un discurso social más amplio, conformado por disputas, memorias y trayectorias. De esta forma entendemos que no es un concepto homogéneo, sino que está constituido por la multiplicidad y tampoco es neutro porque lo conforman relaciones de poder. El espacio constituye lo político y es constituido políticamente y esta relación produce efectos en la vida cotidiana.
Bajo esta mirada que se acoge a los postulados de la Geografía Crítica, las calles y edificios que son parte del paisaje urbano son el resultado de la materialización ideológica de un determinado discurso que permite la movilización de ciertos relatos y no de otros. Las configuraciones culturales que se encuentran en la constitución de cualquier espacio concreto forman parte del terreno de la posibilidad, de la posibilidad de que emerjan sentidos que estaban sedimentados o de que la grieta posibilite la aparición de otros que permita que el orden se revierta.
Esta presentación permite hacer dos reflexiones sobre la necesidad de ganar las elecciones de mayo.
En primer lugar, como se mencionaba, las escalas no funcionan de manera autónoma de forma que los grandes temas, como la globalización, que parecieran competencia de gobiernos nacionales y/o de organismos internacionales no lo son tanto. La globalización no sólo no es una cuestión exclusiva de la geopolítica, sino que desde esta perspectiva se entiende que la globalización atraviesa los barrios y en el seno de los barrios se produce y reproduce. Por ello, la potencialidad de transformación desde la base da cuenta de la posibilidad satisfacer necesidades básicas que ocupan los problemas particulares de ciudadanos y ciudadanas, pero también de la posibilidad de trasladar la lógica local a la nacional.
Esto último permite incorporar la segunda explicación: ganar Madrid como ayuntamiento y como comunidad autónoma no implica quedarse relegado al papel local, sino que presenta una oportunidad para mostrar que sí que se puede, se trata de jugar en una liga con menos competencias, pero con un gran valor material y simbólico que permite presentar una idea simple: lo que hacemos en Madrid, podemos hacerlo en España.
Hay dos ejemplos que ilustran bien esta situación. Por un lado, el gobierno de Manuela Carmena con la reducción de la deuda a más de un 50% [1] permitió disputar el sentido sedimentado sobre la izquierda derrochadora e incapaz de gestionar. Y, por otro lado, la decisión de Cabify de finalmente aceptar el reglamento aprobado por el ayuntamiento de Barcelona permite disputar ese sentido que entiende que las exigencias de las instituciones a las empresas harán que estas últimas se marchen.
Estas dos victorias se dan en el plano local, pero tienen una importancia fundamental tanto por los hechos mismos como por la capacidad de ofrecer el marco de la posibilidad: sí se puede, y si se puede en los dos ayuntamientos más grandes de España se podrá también en el conjunto del estado. Y si es cierto que lo local importa también lo es que la posición de centro de Madrid con respecto al estado español no es un asunto menor, y es por ello también que la importancia de las elecciones autonómicas y municipales aumenta en este espacio.
Más Madrid: una estrategia para ganar
La política es hegemonía, y la hegemonía implica llamar a los que faltan. Los que ya están deben seguir estando, pero la tarea más complicada es conformar un proyecto político lo suficientemente atractivo para que también quieran entrar y formar parte los que aún no están, los que todavía no han sido interpelados por tu discurso. Para ello hace falta ser generosos, comprender que hay luchas que se pueden conquistar hoy y otras que para conquistarlas es necesario hacerlas esperar porque las condiciones de posibilidad aún no las permiten o porque hace falta limar más lo sedimentado. Ser conscientes de que es necesario construir desde lo colectivo, desde lo común, tejiendo alianzas fuertes que nos permitan salir fortalecidos de la coyuntura y mejorar la vida de las personas, que es en última instancia lo que importa. Para ello, es necesario salir de la contradicción entre lo general y lo particular a favor de la lucha común de un proyecto con afán universal.
En el encuentro entre Gabilondo y Errejón publicado por El País [2] ambos hacían referencia a que Madrid es una comunidad, es decir, el encuentro y la decisión de los y las ciudadanas de vivir conjuntamente, de cuidarse, de que en ese ser común somos más fuertes que en el ser individual. Se trata de la defensa de una comunidad en un sentido diverso, que no se cierra, sino que acoge los diversos relatos y plantea que el debate y el disenso son parte de la construcción política. Por ello, frente a una izquierda que se viene mostrando incapaz de analizar la realidad en la que se mueve señalando a la manipulación mediática o insultando al que vota diferente, el proyecto de Más Madrid se vislumbra capaz de interpelar a esa mayoría que necesitamos para construir un proyecto transformador que ofrezca orden y certidumbre en la vida de las personas.
En este camino va la propuesta de las listas de Más Madrid con la que se presentan a las elecciones Manuela Carmen e Íñigo Errejón que anunciaron el pasado mes de enero. Más Madrid lleva a cabo la tarea de recoger los afectos presentes en el espacio que disputa, tratando de crear un proyecto colectivo que recoge demandas lo suficientemente transversales para construir la posibilidad de cambio, pero no tanto como para vaciar de contenido ideológico la propuesta. La tensión está en, como señala García Linera (2011), ser capaces de superar la contradicción entre la consolidación de la hegemonía histórica y su debilitamiento por la ampliación excesiva de los intereses colectivos.
Más Madrid se constituye como un proyecto de la mayoría en donde las personas que conforman la lista dan cuenta de ello. Los nombres presentes para ganar la Comunidad de Madrid y el ayuntamiento forman parte de un registro de personas implicadas en la vida política e intelectual de la ciudad y del país. Desde históricos del movimiento vecinal como Félix López-Rey cuyo rostro recuerda que la democratización de los espacios que habitamos es fruto de una larga lucha o Nacho Murgui; pasando por figuras representativas de la digna marea blanca como Mónica García que representa una de nuestras mayores conquistas: la sanidad pública y universal, amenazada constantemente por los recortes de los gobiernos del Partido Popular; intelectuales de la talla de Fernández Liria, Clara Ramas o Luis Alegre que otorgan esa espacio sopesado, el armazón teórico desde el que tomar decisiones; y otros tanto aciertos como Clara Serra, Jorge Moruno o Fernández Rubiño.
Estas listas lo que nos dicen es que en este proyecto entramos todos y todas, todos y todas las que entendamos que la lucha es por una democracia radical que defienda los derechos de la mayoría, que entienda que no podemos dejar a nadie atrás y que sólo desde lo común y lo colectivo somos más fuertes. Unas listas que tienen en cuenta que como dice Mouffe ([2000]2012) esa “democracia radical y plural” debe implicar la transformación profunda de las relaciones de poder, que entienden que la política no debe ser ese espacio reservado para unos pocos afortunados que actúan de forma caprichosa, sino que debe ser el lugar de los comunes.
Si la política es hegemonía también es decisión, es tomar partido, es no asumir la inmovilidad y tener la madurez y la responsabilidad necesarias para ofrecer un proyecto político determinado. Por eso, Más Madrid es una decisión valiente que entiende que no se siente cómoda en el no hacer nada, pero mantener a todos contentos, porque es consciente de que en ese rumbo inmóvil las victorias son individuales y de que es en lo colectivo en donde ganamos todos. Nos encontramos ante la oportunidad histórica de cambiar el rumbo y debemos estar a la altura. Paso corto y mirada larga. Seguimos.
Notas:
[2] Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=fwa2MdS86G8
Referencias:
GARCÍA LINERA, Á. 2011. Las tensiones creativas de la revolución. La quinta fase del Proceso de Cambio. Bolivia: Vicepresidencia del Estado Plurinacional.
MASSEY, D. [1999] 2012. Imaginar la globalización: las geometrías del poder del espacio-tiempo. Traducido del inglés por Abel Albet y Núria Benach. Barcelona: Icaria. ISSN 0188-7653
MOUFFE, C. [2000] 2012. La paradoja democrática. El peligro del consenso en la política contemporánea. Traducido del inglés por Beatriz Eguibar y Tomas Fernández. Barcelona: Gedisa.