Por Denis Rogatyuk y Iago Moreno

Entrevista publicada originalmente en El Ciudadano el 29 de octubre de 2019, semanas antes del golpe de Estado

Álvaro García Linera ha sido sindicalista, guerrillero en el Ejército Túpac Katari, preso político y profesor; además de ser considerado un intelectual de pensamiento comunista que desde el año 2006 ejerce la vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia, en el binomio que integra con el presidente Evo Morales, ambos ganadores de cuatro elecciones de forma consecutiva.

En esta entrevista exclusiva para El Ciudadano, García Linera expone la visión que tiene de los nuevos proceso neoliberales que han llegado a algunos gobiernos de América Latina, después de poco más de una década de gobiernos progresistas, desde la victoria de Hugo Chávez en Venezuela en 1999. Esta entrevista se llevó a cabo en septiembre y se publicó en octubre, unos meses antes de que se perpetrara un golpe de Estado contra el gobierno de Evo Morales, que actualmente ha llevado al exilio tanto al presidente como al propio Álvaro García Linera.

En países como Argentina, Brasil, Ecuador, El Salvador y Paraguay la derecha retomó el poder y ha enfilado sus garras contra quienes formaban los entonces gobiernos de izquierda. Frente a esta realidad, García Linera sostiene que este regreso del neoliberalismo es solo una oleada política, mas no el inicio de un largo ciclo.

“El gran problema de este neoliberalismo 2.0 es que no es un proyecto de sociedad, sino que es ante todo una acción de venganza, es un repudio y una actitud de cobrar cuentas; no es un proyecto que entusiasme, es simplemente un proyecto que enerva la emotividad enviciada de la gente para buscar culpables de sus problemas en respuestas fáciles, y eso tiene pies cortos”, enfatizó.

Igualmente, García Linera aborda el proceso de formación de cuadros políticos que tiene lugar en su país, la influencia de las redes sociales en la nueva geopolítica regional, entre otros temas que han colocado a Bolivia en el tapete mediático, tras la reciente victoria de Evo Morales en primera vuelta con más de 10,5 puntos porcentuales de diferencia sobre su más próximo contendiente, Carlos Mesa.

A continuación, la entrevista íntegra que ofreció el vicepresidente boliviano:


¿Cuál es el balance político ahora en comparación con el período electoral de 2014 en Bolivia? ¿Cree que el terreno político del MAS se ha reducido debido a la aparición de figuras como Carlos Mesa y Oscar Ortiz y sus respectivos personajes?

Los opositores hoy tienen otros rostros, distintos a los de hace 5 o 10 años atrás. Sin embargo, hay algo en común, la ausencia de un proyecto alternativo de Estado de economía y sociedad por parte de las fuerzas opositoras, y esa es su principal debilidad.

Más allá de rostros nuevos o antiguos, de siglas diferentes, de retóricas diferenciadas, la gran limitación de las fuerzas conservadoras es que no han podido superar el horizonte de época prevaleciente marcado por el Estado Plurinacional, no tienen un proyecto distinto al Estado de articulación de clases populares con clases dirigentes. No tienen un proyecto distinto de economía que enfrente o que supere esta presencia del Estado como principal actor económico y distribuidor de la riqueza y tampoco tienen una propuesta, al menos abiertamente distinta, de este empoderamiento de los pueblos indígenas en la construcción del Estado.

Entonces, el trípode que ha armado, o que ha caracterizado la última década la economía boliviana, la política boliviana, no tiene hoy una contraparte, no tiene un proyecto alternativo, y en ese sentido ahí estamos parecido a hace cinco años.

Por eso confiamos en las bases fundamentales del proyecto y de la estructura hegemónica de la plurinacionalidad.

El Vicepresidente boliviano considera que la victoria de Andrés Manuel López Obrador en México es la primera de muchas de la izquierda en los próximos años.

Durante años, eso que usted describió como el esfuerzo ideológico-mediático por pontificar un fin de ciclo, quiso proyectar sobre el futuro de América Latina un inevitable regreso a la larga noche neoliberal. Sin embargo, la victoria sin precedentes de Andrés Manuel López Obrador en México y la sorprendente ventaja del Frente de Todos en las PASO argentinas, parecen estar demostrando que esa inevitabilidad del regreso al paso no era más que una quimera. ¿Qué papel ve que juega Bolivia en las nuevas alianzas regionales y posibilidad de un nuevo bloque del poder continental?

Curiosamente ha habido una especie de matrimonio o coincidencia filosófica entre el discurso del fin de la historia, propugnado por las corrientes liberales de los años ‘80 del siglo pasado, con ciertas corrientes izquierdistas o progresistas que hablaban del fin de ciclo de la oleada progresista. Digo que coincidían porque tenían una mirada teleológica de la Historia, algo así como fundada en leyes que van o están por encima de la acción humana.

Resulta que cuando estaban ya cantando que se acabó el fin de ciclo de las izquierdas, que ahora viene una nueva época conservadora, se da la victoria en México, se decía ‘ya es el último coletazo de fin de ciclo’, y entonces aparece Argentina, y Bolivia, y pretendemos que pase en Uruguay.

Lo que no entienden estas miradas fantasiosas de la realidad, es que los procesos históricos no se mueven por ciclos, por ‘leyes’, independiente de la acción humana, se mueven por oleadas. Frente al concepto de fin de ciclo, yo propuse oleadas. Las acciones colectivas, las luchas sociales se dan por oleadas, van, avanzan, logran, conquistan, llegan a un tope, se detienen, retroceden, pero luego pueden volver a animarse a una nueva oleada y a una tercera oleada.

Yo creo que asistimos, y lo vamos a comprobar al finalizar este mes de octubre, a una nueva oleada de los procesos progresistas de un mundo y una América Latina que busca opciones y alternativas a la desigualdad, a la miseria y a la explotación.

La segunda cosa de esta lectura es que concebían las victorias conservadores, este regreso del neoliberalismo, como el inicio de un largo ciclo que podría durar 10 o 20 años, y no es así. El gran problema de este neoliberalismo 2.0 es que no es un proyecto de sociedad, sino que es ante todo una acción de venganza, es un repudio y una actitud de cobrar cuentas; no es un proyecto que entusiasme, es simplemente un proyecto que enerva la emotividad enviciada de la gente para buscar culpables de sus problemas en respuestas fáciles, y eso tiene pies cortos.

Uno no puede construir hegemonía de largo aliento, es decir, tolerancia moral de los gobernados sobre los gobernantes, con base en el odio y el resentimiento. Entonces, este neoliberalismo 2.0 tiene patas cortas, tiene posibilidades muy limitadas, porque no ha creado una nueva propuesta de vida, una nueva propuesta de sociedad.

Lo hizo en los años ‘80 y ahí estuvo su fuerza. Mientras que los otros pretendían conservar lo existente, los neoliberales decían: ‘Vamos a cambiar el mundo de esta manera: libre empresa, globalización, economía de libre mercado, tratados de libre comercio’. Era una propuesta de vida, de sociedad, que capturó el entusiasmo, la adhesión y el consenso activo de sectores subalternos de clases populares, pero hoy no lo hacen.

Encima este neoliberalismo 2.0 surge en un momento en el que el mundo entero está viendo un derrumbe de la creencia del fin de la Historia, basada en los preceptos neoliberales de Inglaterra y Estados Unidos, que eran los abanderados del libre comercio hace 30 años atrás, hoy son proteccionistas. Y la economía planificada de China, con el partido único, ahora es la abanderada del libre comercio.

En este escenario de caos generalizado, de derrumbe de la narrativa globalizadora, de la narrativa neoliberal, los proyectos neoliberales que se están dando en algunos países ya no tienen el brillo, la fuerza, la convicción, la entereza, ni capturan el entusiasmo de la gente. Pueden durar unos años para cobrar cuentas y vengarse -las clases altas de las clases medias o populares-, pero no atraer el espíritu colectivo de largo aliento de la sociedad. Por lo tanto son proyectos de corto alcance y más pronto que tarde se enfrentarán a nuevas oleadas de malestar popular, porque lo que están generando es mayor pobreza.

El binomio que integra con Evo Morales no ha perdido una elección presidencial desde el año 2006.

El proyecto del MAS ha combinado varias dimensiones de la política revolucionaria: la gestión del Estado, la lucha política contra la oposición, el cumplimiento de las demandas de los movimientos sociales y el proceso de cumplimiento y actualización de las tareas revolucionarias. ¿Cuáles cree que son los principales centros de gravedad del poder político dentro del MAS y cuáles son los principales desafíos que se le presentan al Gobierno de Evo Morales?

Una de las enseñanzas que ha traído Bolivia radica en que no construye gobernabilidad ni estabilidad social y política únicamente con fuerza parlamentaria, sino también con acción colectiva. Los dos pilares de la gobernabilidad que hemos construido son mayoría parlamentaria, evidentemente, pero también mayoría social en las calles, acción colectiva en las calles, un elemento clave para entender las nuevas formas de democratización. La segunda, la articulación compleja y flexible de organizaciones sociales en las estructuras de poder y de decisión. Sindicatos, gremios, confederaciones, campesinos, indígenas y juntas vecinales forman una estructura de poder en el Estado.

Es flexible porque a veces se retiran, luego se reincorporan, la estructura de gobierno es una confederación flexible de organizaciones sociales. El MAS no es tanto un partido, sino una organización flexible, fluida, laxa, negociada de organizaciones sociales, y eso también es otra novedad en las formas de organización colectiva que se hacen Estado, que se hacen gobierno y le dan otra dinámica al proceso político boliviano.

Los retos son varios. El hecho de que el mundo plebeyo tenga ahora acceso a cargos de poder, de decisión en parlamentos, en ministerios, en alcaldías, en gobernaciones, de la cual estaban permanentemente excluidos, ha abierto una apetencia sana de querer participar, de hacer una especie de carrera: ‘Me vuelvo dirigente obrero y ya mi siguiente paso es convertirme en concejal, en diputado, en viceministro, en ministro’.

Yo no critico esa actitud, después de 500 años de marginamiento y de encerramiento de la gestión de gobierno en pocas familias, se trata de una ampliación del derecho a ser reconocido y de tomar decisiones, pero eso genera un problema en la organización social, porque son militantes, sindicalistas, obreros, campesinos, indígenas, que rápidamente hacen una carrera de gestión social y pasan a la política estatal, dejando el ámbito sindical sin cuadros políticos; y entonces eso se traduce en una gradual y lenta despolitización de las estructuras sociales, y a mediano plazo puede ser muy complicado.

Se requiere una permanente repolitización de los sectores sociales. En Bolivia, nosotros, cada cinco años se cambian los diputados y senadores y alcaldes, y concejales, y asambleístas departamentales. En promedio, hay una renovación en 98 % de los cuadros políticos, eso es muy acelerado, porque ascienden nuevos y luego ascienden otros nuevos, y a nivel de direcciones intermedias va quedando gente con menos formación, con menos trayectoria, con menos experiencia que en parte puede ir debilitando la estructura organizativa de los sindicatos.

Eso es para mí uno de los riesgos que nos exige en los siguientes cinco años, a apoyar los procesos de repolitización de la vida sindical, de cualificación de los cuadros dirigenciales de sindicatos, de gremios, de comunidades campesinas e indígenas. Ese sería un primer reto.

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García Linera expone que desea fortalecer la formación de cuadros jóvenes políticos en Bolivia para los próximos años.

Usted declaró en 2017 tener ganas de poder liberar más tiempo y espacio para dedicarse -cito textualmente- “al objetivo de formar nuevos cuadros comunistas”. Sin embargo, las necesidades del proceso han requerido de su permanencia como candidato a vicepresidente un periodo más. Sabemos que, no obstante, sigue siendo uno de los grandes planes en su cabeza y, a la vez, uno de los retos fundamentales para la supervivencia a largo plazo del proceso de cambio. ¿Cuáles serían las aristas más importantes de esta tarea permanente de formar cuadros y qué papel tendrían las organizaciones juveniles del entorno del MAS, como La Resistencia, Generación Evo, Siglo XXI o Columna Sur en este proceso, y sus ramificaciones internacionalistas, sus lazos, organizaciones, iniciativas juveniles a lo largo y ancho del mundo?

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Estas estructuras juveniles son un gran resultado, una fuerza vital que enriquece y permanentemente renueva las ideas y los liderazgos, y hay que potenciarlos. Pero hay también que fortalecer la formación política, ideológica, colectiva de construcción de liderazgos y de formación de opinión en los sindicatos obreros, en las comunidades campesinas, en las dirigencias barriales.

Como el MAS es fundamentalmente una estructura plebeya de organizaciones sociales y donde los que sí toman decisiones pertenecen a estos sectores sociales, es ahí donde hace falta una mayor dirección de formación de cuadros. Tengo toda la intención de apuntar en los próximos cinco años una gran escuela de formación de cuadros, tanto de jóvenes de distintos sectores sociales pero también de sindicalistas, de comuneros, de vecinos, de trabajadores manuales, de trabajadores intelectuales. Cursos de formación muy intensivos y muy duraderos.

No se olvide que la primera generación que entró a las estructuras de gobierno con el MAS provenía de dos vertientes: de la vieja formación de izquierda que habían hecho el Partido Socialista, Comunista y la izquierda partidaria; y de la antigua formación de cuadros en la lucha sindical: caminatas, bloqueos, persecuciones, detenciones del mundo sindical. Esos dos fueron la cantera que alimentó a la primera generación del gobierno del MAS.

Pero luego ya no, ya no hay grandes marchas, ya no hay grandes bloqueos, es bueno eso, pero tampoco hay la escuela del bloqueo y la marcha para formar los cuadros, y la formación que hacían las izquierdas de cuadros políticos a lo largo de décadas también se ha debilitado muchísimo, porque el MAS como que los ha absorbido a todos, y esta militancia pequeña pero muy sólida no ha continuado. Ahora son nuevas circunstancias que obligan a trabajar en ambos lados: con la juventud, pero también con las organizaciones sociales en una perspectiva de nuevos liderazgos ideológicamente bien formados, políticamente bien preparados en las nuevas batallas que se avecinan.

El Vicepresidente destaca el poder que tiene la formación de un pueblo en la lucha contra la desinformación mediática actual.

En Bolivia, tras años de injerencia norteamericana, los nuevos “planes Cóndor” parecen apuntar hacia una suerte de “revolución de colores” financiada y alentada desde el exterior. La apropiación de ciertas Universidades por parte de la oposición, las campañas de desinformación en torno a la Chiquitanía y el resurgir de la violencia opositora y los paros evidencian esa tendencia. ¿Qué mecanismos de autodefensa democrática han de empoderar a los pueblos de pie contra este tipo de asedio ideológico-cultural?

En política soy de esta idea de que los adversarios siempre harán todo lo posible para debilitarte, por definición, si no no fueran adversarios, y aunque no los ves, lo están haciendo, tienes que suponerlo.

Soy de los que cree que cuando uno lanza un objeto duro, contundente a un vaso de vidrio, el que se rompa el vaso de vidrio no es culpa del objeto contundente sino de la debilidad del vaso; hay que construir un vaso que no sea quebrable, que resista. Así imagino los procesos revolucionarios, siempre vas a tener ataques de un lado y de otro, de países extranjeros, de lógicas imperiales, siempre va a haber eso. Serías ingenuo si no supusieras esas acciones.

Es lo que hemos intentado estos 13 años. Y está claro que en el último tiempo las fuerzas conservadoras y la inteligencia planetaria conservadora también han mejorado sus tácticas, usan la cultura, el sedimento del sentido común, buscan construir consensos, adhesiones duraderas; es lo que hacía la izquierda. La izquierda a lo largo de su vida -nosotros éramos marginales- nos hemos esforzado en construir ideas-fuerza, pequeñas ideas que capturen parte del imaginario colectivo. Dime cuánto influencias en el sentido común y te diré qué fuerza política tienes, la izquierda ha partido de eso.

Entonces, ellos ahora son más sofisticados y tu batalla como izquierda ahora es más complicada. Pero no importa, de eso se trata, si no tuvieras un adversario inteligente al frente, tú mismo te convertirías en una persona con limitaciones evidentes. Son las fortalezas de tu adversario, las estrategias de tu adversario, la que te obligan a tener mayor capacidad para poderlo enfrentar y derrotarlo.

El voto campesino es el responsable de darle una holgada victoria a Morales y García Linera en las elecciones recientes en Bolivia.

Hablando precisamente de estrategias futuras, las pasadas elecciones brasileñas demostraron el peligroso punto de inflexión que se está viviendo en torno a las redes sociales, a la emergencia de esa ciberesfera, el ciberdominio. Ese espacio que muchos describían como un aura de debate democrático ha demostrado ser un terreno controlado por una minoría de empresas transnacionales y poderes globales. De hecho, hoy son las redes como Facebook y WhatsApp las que aplican el uso intensivo de redes bots, los llamados trolls, la punta de lanza de las campañas de intoxicación masiva de la esfera pública. Para muchas voces críticas, la falta de anticuerpos democráticos en la red de Bolivia se habría visto reflejado en primer lugar en la derrota del 21 de febrero y, en segundo lugar, la soltura con la cual los adversarios del Estado Plurinacional consiguieron enlodar en redes sociales esa campaña de desinformación sobre la Chiquitanía. ¿Será el período 2020-2025 también de la ciber-soberanía? ¿Conseguirá el proceso de cambio ser millones también en la red?

Ciertamente las redes sociales han introducido en el ámbito político una nueva plataforma, un nuevo soporte técnico de la construcción de la opinión pública. Pero no soy de los que cree que las redes pueden inventar el mundo, no es cierto. Evidentemente pueden crear imaginarios, como lo hacía en su tiempo la radio, luego la televisión; pueden distorsionar realidades como en su tiempo lo hacían los periódicos, la radio y la televisión; pueden apuntalar determinados prejuicios sociales, como también pueden apuntalar determinadas formas de participación social, como lo hacen las otras plataformas y los otros soportes tecnológicos, y al igual que los otros soportes tecnológicos, quien tiene más plata tiene mayor poder.

Quienes puedan controlar la inteligencia artificial para segmentar hasta los colores que te gustan, tu película favorita y mandarte mensajes con tus colores preferidos en el horario que tú estás atento y que gastas más tiempo para ver los mensajes del teléfono, entonces tiene más opciones; lo ha demostrado la empresa analítica que es también fácil manipular las redes con un poco de dinero y un poco de inteligencia artificial en manos de unos cuantos inteligentes que saben construir esos mecanismos de direccionamiento de la información.

Pero las redes requieren siempre de un soporte mínimo de realidad para volver las cosas, o creíbles o más o menos creíbles, o al menos generadoras de dudas. No pueden inventar cosas extraordinarias y no es que la inteligencia artificial puede manipular tu cerebro de forma que estás pensando una cosa y luego al instante vas a pensar otra, no es cierto. Lo mismo se decía de la televisión en su momento, la ‘caja boba’. Tampoco la gente es tonta, tampoco somos una esponja en la que cualquiera puede venir a apretar y dejar la huella como le dé la gana, no. Los seres humanos permanentemente somos seres de creencias y evidentemente las redes son un escenario fantástico para manipular y reorientar las creencias de los seres humanos, pero esas creencias deben tener un soporte mínimo de terrenalidad para ser eficientes.

¿Cuántos usan las redes?: el 90 %. ¿Cuáles son los medios creíbles?: televisión, radio, periódicos, y las redes aparecen abajo. Entonces, no caigamos en la trampa de seres humanos como un manojo de huesos y de músculos con una cabeza hueca que es llenada por las redes, no es así.

A las manipulaciones de la inteligencia artificial hechas por algún gobierno extranjero, una empresa o algún partido que tiene demasiado dinero, hay que contrarrestar también con formas y uso de inteligencia artificial para contraponer información más verídica o más contrastable. Hay que dar otra batalla, es decir, es un nuevo mundo que se ha abierto con las redes, pero es un nuevo mundo cuyas reglas de juego y cuyas tácticas de asedio, de enfrentamiento no siguen siendo muy diferentes a las que enfrentó Sun Tzu 3.500 años atrás.

Bolivia representa hoy un modelo a seguir en el ámbito económico para todo el continente americano.

¿Quién es Álvaro García Linera? Usted ha sido sindicalista, guerrillero en el Ejército Túpac Katari, profesor y vicepresidente. ¿Cómo ha evolucionado su trayectoria política? ¿Qué referencias intelectuales de Europa y América Latina se esconden en Álvaro García Linera?

Soy desde adolescente un socialista, un comunista, un hombre que entiende que vale la pena vivir aportando a transformar las condiciones de vida de las personas en función de mayor igualdad, justicia y libertad. Y todo lo demás son elementos, herramientas temporales, contingentes a esta labor que define al comunista, al socialista.

Entiendo al socialismo y al comunismo no como la militancia de un partido, sino como la militancia a un horizonte de sociedad. En el caso boliviano no puedes ser socialista, no puedes ser comunista, si a la vez no entiendes tu realidad, tu justicia, tus aportes, tus luchas: el movimiento obrero, el movimiento indígena, el indianismo. Es decir, no se puede ser comunista en Bolivia si no eres indianista, es un tema de cualidad en la lucha que te impone como posibilidad.

Soy una persona que permanentemente anda fusionando el debate contemporáneo, las luchas ideológicas, los avances en las distintas áreas de las ciencias sociales, me gusta absorber ese conocimiento, pero está claro que a la vez no puedo entender, no puedo volver útil ese conocimiento como un mero ejercicio de reflexión lógica, de palabra y de ideas, me parece muy simple ese ejercicio. Puedo entender este ejercicio de ideas, de conceptos, de autores, para entender y para enriquecer lo que pasa en Bolivia, lo que pasa en el continente, lo que pasa en el mundo y lo que pasa en Bolivia indígena, no indígena, obreros, pobreza, miseria, élites, intervenciones, colonialismo.

Entonces, siempre he ido fusionando esas ideas, esta articulación de ideas con otras experiencias del mundo, con ideas que nacen de nuestra propia experiencia, y creo que esta articulación ideológica, espiritual, viene desde los inicios de mi militancia en el colegio, y hasta hoy no he variado. Pasa el tiempo y otros autores me llaman más la atención y me sorprenden sus políticas, sin embargo, hay un hilo rojo conductor que es esta militancia socialista, comunista, indianista, y creo que eso me va a sostener hasta el día de la muerte. Ya luego no sabemos qué vendrá y qué dirá el universo.